DENTRO Y FUERA



Durante la emergencia del CORONAVIRUS. Marzo 2020




                                                           “Yo no me quedo en la casa al combate me voy”
                                                                                                          Alí Primera

Alí Primera no supo que habría momentos en los que el combate por nuestra soberanía, por la Patria, lo libraríamos desde y en la casa. Hay unos cuantos miles que en esta crisis del coronavirus lo están librando en la calle, en los hospitales, por las carreteras y desde  sus sitios de trabajo, arriesgando su vida en un ejemplo de solidaridad que agradecemos quienes combatimos en y desde la casa.

Al decir “casa” estamos refiriéndonos a algo muy variado, atravesado, como todo en este país, por las circunstancias del momento histórico: la electricidad, el agua, la recolección de basura, el transporte…. Y definitivamente, hay también el componente estructural que no falta: la diferencia de clases con sus efectos en las relaciones humanas, en los recursos con los que se cuenta, tanto materiales como culturales, en el espacio en que se desenvuelve nuestra cotidianidad. No es lo mismo convivir en 35 metros cuadrados que disfrutar de un espacio mayor, con ambientes diferentes, donde algo de privacidad no es extraña.   

Pero por encima de todo eso, lo único que nos puede preservar y se constituye en el arma principal para detener la pandemia es la orden, la consigna, el llamado a la responsabilidad y la solidaridad: ¡quédate en casa!

Quedarse en casa debe tener múltiples significaciones en cada uno de los seres que pueblan este mundo. En nuestro caso, este llamado  nos obliga, al menos así lo creo, a una buena parte de  los venezolanos y las venezolanas a afilar unas herramientas nuevas, una forma distinta de posicionarse frente al mundo, las circunstancias y las relaciones  humanas. 

Me explico. Cuando el año pasado (justamente se cumple un año) padecimos los efectos del sabotaje eléctrico, enfrentarlo no fue distinto de nuestra particular manera de superar adversidades en colectivo. Recuerdo el primer día del apagón: salí con el  carro a dar una vuelta para ver qué pasaba. En avenidas, barrios, la  gente estaba reunida en las aceras, en las puertas de  casas y edificios, juntándose con los vecinos. Después supimos cómo en los días siguientes se organizaron parrilladas, sancochos, juegos, cantos, y cada quien  se solidarizó con los otros  y fue una forma maravillosa de colaborar y  trabajar juntos. El estar dentro de casa no fue difícil ya que siempre estaba el recurso de salir a la calle y congregarse. En algunos casos, especialmente en sectores populares, cuando las habitaciones son pequeñas y la falta de luz hacía difícil el acceso a servicios, al entretenimiento y la movilidad, entre muchas cosas, lo propio fue salir, conversar con los vecinos, visitar a familiares y amigos.   

Diría que para nuestra idiosincrasia, el estar afuera es parte de nuestra subjetividad. Somos poco dados a la interioridad, al silencio, al recogimiento, por utilizar una palabra a la que le quitaría, en esta oportunidad, todo carácter sagrado o religioso.

Nunca olvido, justamente por ser psicoanalista, un artículo que escribió muchos años atrás  Salvador Garmendia - y en ello se deslizaba lo poco que le gustaba el Psicoanálisis- en el que comentaba cómo Freud no podía haber creado otra cosa en una ciudad como Viena, donde las ventanas  permanecen  cerradas, a diferencia de nuestras ventanas y balcones, abiertos a la calle, al sol y la brisa. Él, específicamente, se refería a Barquisimeto. Quizás, en su concepción particular del Psicoanálisis, supo describir algo de nuestra idiosincrasia. Y es a eso a lo que me refiero, cuando apunto al hecho de que por las razones que sean, en nosotros hay una preferencia por lo exterior, y quedarnos dentro de casa requiere de una disciplina, de una inclinación a la que esta situación crítica que atravesamos nos obliga. Claro está, en otras regiones del planeta también la cuarentena se hace cuesta arriba, y como prueba veamos la cantidad de chistes, videos, caricaturas que nos llegan y dan cuenta de esta dificultad. La cercanía continua en unos cuantos metros cuadrados, evidentemente trae fricciones y esto es algo general. Como en toda situación crítica, aflora lo mejor y lo peor de nosotros, los seres hablantes. Agréguese a esto el hecho de que estamos en cuarentena porque afuera hay un enemigo invisible, hay peligro. Agréguese además lo propio de esta época de las comunicaciones, de toda la información, falsa o verdadera, que puede aumentar nuestros temores y ansiedades creando una atmósfera poco propicia para la tranquilidad y armonía familiar y personal. 

Como típico del modo venezolano de la vida familiar (no generalizo) los disgustos, los malos entendidos, los desencuentros se manejan saliendo para la calle. Me pregunto, en un espacio reducido de qué manera se ejercerá esa potestad de escapar a la calle cuando un miembro de la familia, o varios,  no pueden verse a la cara, a los ojos, y hablar. Se  acostumbra la distancia y la calle como alivio, como método de disminuir los efectos emocionales y los problemas surgidos de las interacciones. Luego se regresará, pero se tiene la convicción de que siempre se puede entrar y salir. Me pregunto: ¿Cómo irse y volver cuando hay que quedarse en casa? ¿Será el silencio la forma?

Estamos enfrentados a una dialéctica de lo interno y lo externo, de lo abierto y lo cerrado. Un  esfuerzo para  hacer de ese espacio, grande o pequeño, nuestro hábitat, nuestra casa, albergue   seguro, habitable, cuidado, con el toque personal de cada familia y de cada  integrante para el disfrute de lo íntimo. 

En fin, esta circunstancia nos obliga a afinar diferentes formas, nuevos modos de vivir en comunidad, de estar consigo mismo y con otros. Nosotros y nosotras, para quienes la impetuosidad y la acción son parte de nuestras características y formas de relación, ahora debemos apreciar la paciencia, la disciplina y la reflexión y hacerlas parte de nuestra manera de ser.

Maria Antonieta Izaguirre
Psicóloga - Psicoanalista







Comentarios

Entradas más populares de este blog

REFLEXIONES ACERCA DE LA “MARGINALIDAD”

LA INDOLENCIA

DECLARACIÓN I FORO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA