LA INDOLENCIA
Todos los días en nuestra
cotidianidad vemos cosas que verdaderamente nos hacen reflexionar,
cuestionarnos la realidad, podemos sentir indignación, rabia, tristezas… eso dependerá
de nuestros valores y de nuestra forma de concebir la vida. Ver una persona en situación
de calle, o un animal abandonado corriendo asustado desorientado, una persona
de tercera edad con su lento caminar cruza una avenida con el gran esfuerzo de
moverse, un enfermo necesitando auxilio y nadie lo auxilia… tantos ejemplos!
podemos ver esas situaciones en la televisión como normales y en la vida real lo vemos y casi creemos
que podemos cambiar el canal, pero no, esa es la vida real. Eso a nosotros nos debe doler, nos debe
indignar, esas imágenes son productos de una historia social, humana, cultural,
dialéctica, no es un ‘causa-efecto’, es un proceso histórico y todos somos
parte, pero parece que a un gran número de personas no les duele ni nada.
¿Qué hay detrás de esto?,
parece haber una gran indolencia que es "la incapacidad de conmoverse o sentirse
afectado por algo". Esas personas perdieron
la sensibilidad frente al dolor, ante el sufrimiento de una persona o de una
comunidad son indiferentes. Parece que esto es algo individual pero esa
indiferencia es la ausencia de la solidaridad elemental de un ser humano frente
a otro. Parece una especie de resignación de lo que se ve y una aceptación de
una realidad donde no se siente partícipe de ella, ni para producirla, ni para
transformarla, es como si ya no se sintiera parte de esa realidad que está
frente a sus ojos. Es más fácil responsabilizar a la familia, comunidad,
sociedad, Estado o al Gobierno, no se sienten parte de ese sistema donde viven
y mueren. El asunto real es de valores, la persona que es indolente es verdaderamente
egoísta, superficial, individualista, sin escrúpulos, apática, de esta forma se
protegen, no sienten remordimientos, ni consideran a nadie, como los
delincuentes frente a sus víctimas, los ladrones o corruptos frente al daño que
ocasionan a los otros, o menos duro los que con una actitud pasiva están concentrados
en sí mismos y no ven a nadie más, ni les interesan.
Esa
actitud no es propia de los latinos y menos de los venezolanos y venezolanas,
¿qué está pasando entonces? ¿Qué sucede cuando vemos a una mujer sufriendo con un
niño con parálisis cerebral y que nadie la ayuda? ¿Nadie le da una mano? Nos lavamos
las manos diciendo que eso no es algo que nos compete, ¿el burocratismo lo
internalizamos hasta ese punto?
Los valores que debemos rescatar, recuperar son contrarios, somos solidarios, empáticos, la solidaridad se refiere al sentimiento de unidad es saber comportarse con la gente, se refiere a los lazos sociales que unen a los miembros de una sociedad entre sí. Es entregarse a otros individuos pensando en éstos como tus semejantes.
Esa conducta solidaria,
normal se hace porque podemos ponernos en el lugar del otro, y eso se define
dentro de la psicología como empatía, se trata simplemente de entender al otro es la “Capacidad para comprender los
sentimientos, razonamientos y motivaciones de los demás. Facultad de
entendimiento, comprensión o comunión afectiva con las personas” ponerse en los
zapatos del otro, entender la situación que vive el otro.
La falta de capacidad para
reconocer los sentimientos de los demás conduce a la ineptitud y la torpeza en
las relaciones humanas. Por eso, tantas veces, hasta las personas
intelectualmente más brillantes pueden llegar a fracasar estrepitosamente en su
relación con los demás, y resultar arrogantes, insensibles, o incluso odiosas.
El sufrimiento de una
persona, de una comunidad, de una sociedad debe motivarnos a aportar, ayudar, luchar,
sumar no a sabotear, criticar,
justificar, abandonar la causa. Debemos
retomar nuestros verdaderos valores que
permanecen escondidos bajo las sombra, es decir la gran mayoría de los venezolanos y venezolanas se indignan frente a
una situación de injusticia independientemente de sus convicciones
ideológicas. Hagamos un esfuerzo y
coloquémonos en el lugar del otro, o es que acaso nunca hemos sentido un dolor,
hambre, tristeza, desasosiego, desamor, nuestros valores originarios nos llevan
hacia otros caminos, de lucha y esperanza. Otros principios y valores.
Re
signifiquemos nuestros valores originarios, aquellos que inspiraron a nuestros
libertadores, aquellos que han estado presentes en las culturas de nuestros
pueblos indígenas, aquellos que acompañaron por siglos a nuestros afro
descendientes, aquellos valores que hicieron que el venezolano y venezolana
fuesen de la manera que éramos o que somos en el fondo y en la forma.
Impulsemos
la guerra contra la indolencia esto se logra cuando las personas se unen a una
causa común con miembros de su comunidad, participando en apoyo y respaldo en distintos
eventos, siendo solidarios con las personas cercanas y con la comunidad en
donde se viva. El conocer los problemas de otros, aportar soluciones o
colaborar con ellos despertará los
sentimientos de respeto, el interés por el otro y en algún momento la
indolencia dará paso a la sensibilidad, al entusiasmo y al existir con sentido
social. Ese esfuerzo lo ha realizado el Gobierno revolucionario con las
misiones sociales, con su política solidaria, con la constitución dando el
papel protagónico del pueblo, de las comunidades, con el poder popular, pero desde lo individual
parece
que nada se mueve, vemos perderse comida en los supermercados y no hacemos nada,
personas , jóvenes que consumen, que están en la calle y no parece dolerle a
nadie, niños golpeados, mujeres golpeadas, el gobierno haciendo, invirtiendo, legislando,
creando pero en lo pequeño, en lo cotidiano a muchos sigue sin importarles, parece que es más fácil verlo como distante o
como ajeno, donde no debemos meternos, en este país nada justifica la indolencia.
Mg Ovilia Suárez
Psicología del Desarrollo Humano
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