DESPERTEMOS DIARIAMENTE




Durante los últimos años hemos vivido una vida conectados a un mundo virtual: a tener amigos virtuales, relaciones familiares virtuales, estudios virtuales, compras virtuales, y esta vida nos ha llevado a centrarnos en la imagen contenida en una fotografía o en una página cualquiera de un medio digital, así como a la quietud y a la pasividad corporal, emocional y de las ideas. Vivimos clasificados según nuestras habilidades digitales para comunicarnos por las redes sociales, nos esforzamos por estar a la altura de un estándar, propiedad de un sujeto nunca visto que procura nuestro bienestar social y personal en la medida que estamos conectados a ese mundo virtual. Son innumerables las horas que pasamos frente a una computadora, tabla, teléfono, y cualquier otro dispositivo creado para aligerarnos y simplificarnos la vida con solo hacer ‘click’ en alguna parte de una pantalla que nos acerca a un mundo que, muchas veces, no es ni remotamente parecido al que vivimos diariamente. 

Diariamente despertamos en el seno de un grupo social familiar, amistoso, vecinal, laboral, según las experiencias de vida de cada quien. Despertamos viendo a nuestra pareja, hijos, padres, familiares pues despertamos en una casa, en un hogar. Despertamos al salir de nuestra casa viendo a nuestros amigos y vecinos, y también despertamos cuando nos encontramos con los compañeros de trabajos y con todas las tareas de un día que transcurre en medio de la interacción social, en el encuentro y la cercanía con los otros. Nuestra forma de ser venezolanos, caribeños, latinoamericanos, nos hace ser cercanos, recíprocos, encariñados unos con otros, para nosotros la presencia de otra persona es vital, realmente para todas las personas las otras personas son indispensables, son el oxígeno que enciende la maquinaria de la vida. Somos los unos para los otros.

Y así es, somos personas que crecemos en relación con otras personas, sintiendo afectos y emocionándonos con otras personas, pensando y aprendiendo con otras personas, nuestra cotidianidad está repleta de experiencias, historias y acontecimientos vividos con otras personas. Pero de un momento a otro, todo cambia. La cantidad de personas que vemos a diario se reduce a la que comparte el espacio vital de nuestra casa, la familia, la pareja, o sencillamente una mascota o nadie. Ese día a día cambió drásticamente a propósito de la presencia de un agente invisible que afecta nuestro bienestar físico, emocional, económico y sociocultural, lo afecta con rapidez y agresividad, redujo al aislamiento social nuestro mundo de relaciones cotidianas con las otras personas hasta el punto de rabiar por sólo tener a la mano lo que tanto hemos adorado durante los últimos años: tener contacto con todas esas otras personas a través de la pantalla de algún dispositivo electrónico. Allí es cuando nos toca pensar, verdaderamente, de que estamos hechos.

Estamos hechos de nuestros padres, hermanos y familiares, sí, somos lo que ellos nos han enseñado y hemos aprendido, sus modos, gestos, formas, maneras de hacer y de ser, y eso se va camino a la escuela, universidad, trabajo, a donde quiera que vamos a encontrarnos con otros y otras que traen consigo sus propias maneras de hacer y de ser de sus familias. Inclusive, esas maneras se pueden mutar con otras formas, crear nuevas formas, hacernos entonces diferentes en el gran mundo diminuto de nuestra familia, a la vez hacernos auténticos y únicos frente a esos otros que nos hacen la vida más humana, afectuosa y digna de vivirla. Hoy anhelamos el contacto con esos otros, un abrazo, un beso, una caricia, una sonrisa, un chiste; deseamos ver, oír, oler, saborear, sentir a esos otros que nos hacen ser lo que somos, y los queremos tener más allá de una pantalla electrónica. 
Hoy nos toca asumir este proceso de aislamiento social con fuerza, fe y optimismo. Probablemente, ya muchos tenemos una rutina establecida, organizamos las salidas y entradas en nuestras casas, los protocolos de desinfección caseros, inventamos tareas grupales como cocinar, limpiar, arreglar la casa, y un largo etcétera que nos demuestra que somos adaptativos, flexibles, coherentes con las peticiones de nuestro entorno inmediato. Otros, estamos descubriendo la intimidad del hogar, compartimos con los cercanos acostumbrándonos forzosamente a comprender al otro, a reconocerlo como diferente, a explorar en nosotros mismos lo que nos hace estar cerca de esas otras personas, y es cuando nos damos cuenta que diariamente despertamos en un mundo social, donde el otro es indispensable para que nosotros podamos respirar el aire de la vida, porque así fuimos creados y criados, para vivir en común unión.
Despertemos diariamente con la esperanza de vivir la aventura más inédita de nuestras vidas con quienes tenemos al lado, recojamos evidencias de ello, hagamos fotos, escribamos relatos, divulguemos nuestras experiencias, seamos solidarios con quienes nos rodean y necesitan. Hoy es urgente despertar confiados en el amor hacia el prójimo, en el valor irremplazable del acompañamiento, por ahora distante, cargado de palabras que transmitan fuerza, valentía y fe ante una amenaza invisible. Despertemos diariamente confiados en que pronto nos volveremos a ver, abrazar, besar, apretar, a comer del mismo plato, a juntarnos para disfrutar la alegría de vivir, contaremos experiencias, anécdotas, emociones y cada episodio será valioso para quien comparta con nosotros. Seamos ejemplos de equilibrio y apoyo para quienes flaquean, organicemos nuestras llamadas diarias, prioricemos atender a quienes pasan más tiempo solos, aprovechemos estos momentos para reencontrarnos con las personas que forman parte de esas interminables listas de contactos de aquellos aparatos que nos han mantenido lejanos de nuestros seres de afectos. 
Despertemos diariamente dándole gracias al Dios de nuestra fe por cada minuto que vivimos y por cada persona que tenemos a nuestro lado, también por aquellas que extrañamos y por los momentos vividos y los que vendrán. La común unión en estos días diferentes es una de las claves para sobrellevar lo pesada que pueda ser esta experiencia para algunos, pues no todos lo vemos de la misma manera. Estar en común unión de afectos y haceres nos acercará a escudriñar nuestros valores, principios y expectativas como personas que buscamos fortalecernos espiritual, humana y moralmente. Juntos es posible salir adelante y fortalecidos de esta situación, la mejor defensa contra este flagelo es quedándonos en casa, calentando la casa con nuestros sentimientos más nobles y la esperanza viva de reunirnos una vez pase la tormenta. Es necesario vencer con el amor, la unión y la fe.  
Dr. César Pérez Jiménez
Psicólogo        

Comentarios

  1. Amigo me encanto tu escrito dios te bendiga y si me permites lo pasare a otras amigas. Gracias por hacernos reflexionar y mejorar este período de resguardo. Un abrazo

    ResponderBorrar
  2. Cesar lo amé!!!!! Cada linea! Mil gracias por compartir tan Hermosísima reflexión

    ResponderBorrar
  3. Gracias por sus comentarios! Esperamos hayan sido útiles en estos días. El colectivo tiene a disposición todas las publicaciones para que las compartamos con nuestros allegados.

    ResponderBorrar
  4. Estimado amigo compañero de luchas es sumamente importamte en estos tiempos de crisis, que seguro sera un escalon por medio del aprendizaje y concientizacion.
    Es una etapa de crecimiento a traves de la reflexion para adquirir valores y principios básicos para poder conocer mas sobre nuestra realidad y fortalezer nuestra sociedad.Es un despertar a una realidad maquillada por intereses de grupos poderosos que utilizan laboratorios de información como mecanismo de guerra y conviccion para someter a quienes sean de interes a sus propositos.Se necesita mucha información como esta que difundir gracias por ser parte y apoyó de este interes para nuestro pais que tanto lo necesita.
    Atte. Jesús Martínez
    SALUDOS

    ResponderBorrar
  5. Gracias.. Reconfortante... fortalecedor.. Necesario.. Gracias.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

REFLEXIONES ACERCA DE LA “MARGINALIDAD”

LA INDOLENCIA

DECLARACIÓN I FORO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA