CONVIRTIENDO FLECHAS EN FLORES. HACER DEL COVID-19 NUESTRO MAESTRO. 1ra parte
La tradición
budista refiere la historia de que cuando el Buda estaba alcanzando la
iluminación las hijas del Demonio Mara le disparaban flechas para que no la
alcanzara. Pero ya era tarde, cuando las flechas llegaron donde el Buda, éstas
se convirtieron en flores.
La historia
es una maravillosa metáfora de que, efectivamente, podemos convertir cualquier
elemento negativo en positivo. Así que, sospecho que este nuevo virus, que
aterroriza a toda humanidad, también se puede convertir en flor. Tengo la
certeza de que podemos convertir este acontecimiento en un gran maestro para la
humanidad.
Desde
siempre los maestros alquimistas recomendaban: “Lo primero a trabajar es lo
primero en aparecer”, y siguiendo con esta máxima alquímica podemos concluir
que mucho antes de que el virus llegara a Venezuela ya estábamos infectados de
él, pero en una de las dimensiones más virulentas. Ya estábamos infectados de
miedo. Y se trata de un miedo muy ancestral y muy profundo en el Ser Humano,
se trata del miedo a la muerte.
Entonces si
el Coronavirus se convierte en nuestro Maestro para superar el miedo a la
muerte, yo estaría dispuesto a aceptar sus enseñanzas de buen grado.
Recordemos
algunos datos. La mortalidad de este virus es estima entre un 1 y un 5%, es
decir que, según las estadísticas, un 95% de las personas contagiadas van a
salir relativamente bien del contagio, pero el terror ocupa todo nuestra mente.
La mente insurrecta hace que nos imaginemos que si alguien
nos toca nos puede contagiar una enfermedad mortal Ipso Facto, más o menos como
pasa en las películas. Este miedo despierta las miles de imágenes que tenemos
guardadas en nuestro inconsciente donde por un simple contacto una persona
convierte a otra en Zombie, y aquella niña de ojos angelicales que queríamos
proteger de la “Pandemia” ahora nos persigue con afilados dientes, ojos
inyectados de sangre, rostro de odio, cadavérico y en descomposición para
comernos o en todo caso contagiarnos. Empezamos a ver a cada Ser Humano como un
potencial peligro y asumimos de buen grado el aislamiento. Con este miedo del
Coronavirus se despierta el miedo al otro como potencial peligro para nosotros.
De este miedo vamos a hablar en otra entrega.
Sin embargo,
el miedo más definitorio es el miedo a la muerte.
En este
sentido debemos recordar las enseñanzas del Buda:
• Pertenezco
a la naturaleza de la vejez, no puedo escapar de la vejez.
• Pertenezco
a la naturaleza de la enfermedad, no puedo escapar de la enfermedad.
• Pertenezco
a la naturaleza de la muerte, no puedo escapar de la muerte.
Se cuenta
otra historia en la que una madre había visto morir a su hijo de meses, y
muy desajustada y ya como loca, andaba con el cadáver de su hijo en sus brazos.
Acudió al Buda para que le reviviera a su hijo y el Buda le dijo
que él le iba a revivir a su hijo, pero que tenía que traerle un ingrediente
para hacer la fórmula para la resurrección. Le pidió que le trajera unos granos
de mostaza de una familia a la que no se le haya muerto nadie. La mujer,
inteligentemente le dijo al Buda: Maestro, he comprendido en qué consiste tu
enseñanza. Me has hecho ver que la muerte la tenemos al lado, y aunque me
revivas a mi hijo, se va a volver a morir algún día, ENSÉÑAME MEJOR
AQUELLO QUE NO MUERE.
Esta última
frase maravillosa y definitoria de esta preciosísima historia da sentido a este
escrito. En realidad, nos vamos a morir, no sabemos si de Coronavirus o de
algún accidente de tránsito o de una bala perdida, lo cierto es que nos vamos a
morir. Entonces si las cosas que estamos haciendo en este momento están
signadas por el miedo, estamos haciendo muy mal negocio. Porque aunque salgamos
ilesos del Coronavirus el miedo a la muerte nos va a perseguir mientras estemos
vivos. Vale más que aprovechemos este momento en que tenemos el miedo a la
muerte en a flor de piel, para observarlo, hacernos amigos de él y que entonces
el Coronavirus nos revele su secreto y podamos desarmarlo. ¿Dónde está Oh
muerte tu aguijón? (1 Corintios 15:55-57). Los que andamos en el camino
espiritual sabemos que la muerte no existe. Justamente, a Jesús se le conoce
como el “Vencedor de la muerte”. Para los que profesan la religión cristiana y
han estudiado a fondo este tema la muerte no les intimida. Para los que tenemos
otros enfoques la muerte tampoco debe representar un elemento de terror. Todos
los abordajes místicos y religiosos coinciden en que la película no se
acaba con la muerte.
Entonces
¿Con qué nos asustan?
Nos asustan
con la ignorancia.
Al Dalay
Lama le preguntaron: Maestro ¿Qué opina Ud. de la muerte? A lo que
respondió: Lo que tengo con respecto a la muerte es una gran curiosidad. Desde
niño me han estado entrenado para cuando llegue la muerte y ahora quiero saber
realmente qué sucede.
Recordemos a
los alquimistas: Lo primera a trabajar es lo primero que aparece. Entonces
surge la necesaria pregunta: ¿Por qué un país predominantemente cristiano le
tiene miedo a la muerte cuando Jesús nos instruía a no temerle a muerte?
¿Recuerdan aquello de Dónde está Oh muerte tu aguijón?
Las preguntas que se
derivan son inevitables ¿Qué manejos se han hecho en contra de la humanidad para
favorecer el miedo a la muerte? ¿Quién se ha encargado de eso?
Seguro estoy
de que vamos a salir bien librados de este proceso del Coronavirus y también
vamos a salir fortalecidos espiritualmente. Lo primero a trabajar es el miedo a
la muerte. Si el Covid-19 nos viene a enseñar a no temerle a la muerte entonces
recibiremos sus enseñanzas atentamente.
Así, después
de que nuevamente alcancemos la victoria podamos preguntarle “¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”
Roger
Garcés
Psicólogo Clinico
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