ATRAVESANDO UNA PANDEMIA: La del Coronavirus en Venezuela
“ Y cuando el peligro terminó
y la gente se encontró de
nuevo
Lloraron por los muertos
y tomaron nuevas decisiones
y soñaron nuevas visiones
y crearon nuevas formas de
vida
y sanaron la tierra
completamente
Tal y como ellos fueron
curados.”
Kitty O´Meara.
Hoy, cuando ni
siquiera ha finalizado el primer trimestre de 2020, los pueblos del mundo están afrontando la amenaza real de un virus
cuyo ataque a sus habitantes, ha dejado miles de víctimas fatales. Atravesar
una pandemia de tal calibre, en definitiva, no ha sido igual para cada uno,
para cada cual. Situaciones tan críticas como ésta, sin precedentes en muchos
países, no se habían vivido desde tiempos pretéritos (España, 2018).
Que no distingue
credos, etnias ni clase social, es cierto, cualquier persona humana es
susceptible de contagiarse, de enfermar y de morir por su causa.
La narrativa
desplegada en RRSS: videos, notas de voz, “posteos”, y un largo etcétera, está
teñida de ese mensaje.
Asimismo,
contenidos que explican, desde las más mínimas medidas de protección y
bioseguridad para evitar el contagio hasta recomendaciones sobre cómo llevar la
cuarentena o aislamiento social, con la menor afectación emocional posible.
Un sin fin de
materiales digitalizados están surcando la Web y puestos al acceso de las
personas. La información y por qué no decirlo: Sobreinformación, están a la
orden del día.
Lo que sí es una
realidad insoslayable pero que no ha sido visibilizada, es el hecho de que esta crisis definitivamente no está
siendo vivida de la misma forma, por todo el mundo. Veamos:
“#quedateencasa”, etiqueta posicionada desde
un principio y que traduce la única medida de protección contra el virus, ¿cómo
podría ser tomada por aquellas personas que no la tienen? (la casa), quienes se
encuentran en situación de calle, por ejemplo. O por las personas de los
sectores populares, que sí pueden tener la casa pero que viven del día a día,
de lo que producen en sus labores económicas llamadas “informales” y deben
salir necesariamente a buscarse el sustento? De quienes viven en condiciones de
hacinamiento en espacios reducidos? ¿Cómo pueden hacer para sobrellevar una
cuarentena sin que la tensión emocional, los roces y fricciones inevitables, no
les generen situaciones de violencia, de colapso psíquico?
¿ Y quienes no
tienen Internet? Quedándoles vedado el acceso a la diversidad de información
ofrecida para ayudar a manejar la situación “en casa”. De quienes viven soles; adultes mayores con o
sin discapacidad. ¿Qué pasa con estas
personas de las que poco o nada se habla, cómo llegar a ellas, cómo hacer para
que reciban también la ayuda para poder salir bien libradas/os de todo esto?
LOS PRIVILEGIOS
DE CLASE Y LA DESIGUALDAD SOCIAL, quedan en evidencia de la forma más cruda. Se
hace imprescindible entonces, ampliar la perspectiva de aproximación a la
problemática que se complejiza en tanto esas desigualdades pueden ser múltiples
e interdependientes. De esta manera el enfoque INTERSECCIONAL(*) se haría, en
mi criterio, fundamental a la hora de plantearnos el abordaje ; pues, es desde
esta perspectiva que se valoran las diversas categorías sociales en juego y
cómo interactúan entre ellas. A saber: no es lo mismo asumir la cuarentena para
alguien que vive en una casa de 100 mts2
con 3 baños y 3 habitaciones, con servicios básicos e internet a una
familia de más de 6 miembros en un apartamento de 50 mts2, con un baño, sin
agua ni internet, por ejemplo. No pretendo que se asuman rigurosidades teóricas
y/o académicas a la hora de actuar en la emergencia, ciertamente, el tiempo no
da para la cosa; pero sí tomarlo en cuenta para efectos de pensarnos ante el
fenómeno sobrevenido.
Caso aparte lo
pueden constituir las mujeres que se encuentren siendo víctimas de violencia de
género, por parte de sus cónyuges y que se ven forzadas a permanecer dentro de
sus casas, con un riesgo de agresión y/o muerte repotenciado por el
confinamiento forzado. ¿Cómo garantizarles la protección, qué medidas pudieran
tomarse y además, hacérselas saber?
Las hijas e
hijos (Infantes y adolescentes) también constituyen un sector vulnerable y
vulnerado, pues son potenciales víctimas de las violencias infligidas por
adultos o adultas responsables de su cuidado, quienes en sí mismos, están
siéndolo del clima de estrés que la amenaza real e invisible de un virus, ha
cernido sobre todas y todos, a la par de los efectos que la incertidumbre y el
confinamiento social, han provocado.
No se trata de
mostrar un panorama aciago, pesimista o apocalíptico.
Voltear la vista
hacia otro lado, hacerse lxs locxs; puede ser una vía fácil y hasta
“tranquilizadora”. Recordemos el: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. En
nuestra República Bolivariana de Venezuela sería inadmisible; me atrevería a
decir que poco factible en virtud de la
conciencia colectiva que venezolanas y venezolanos han venido adquiriendo y
cultivando en los últimos 15 años-aproximadamente- de historia sociopolítica
nacional.
Ya no nos es
posible pensarnos individualmente en lo inmediato. Miles de consejos comunales, colectivos y
comunas, han reestructurado nuestro tejido social, haciéndolo más amable y mostrándonos
(no sin escepticismos por parte de muches de nosotres), que “Otro mundo es
posible”, pese a las grandes dificultades. Paralelamente, contamos con la
plataforma digital del Sistema “Patria” que ha permitido llegar, alcanzar a la
inmensa mayoría de venezolanes , levantando un registro socioeconómico
continuo; al tiempo que les es proporcionada la ayuda económica periódica que
contribuye medianamente a paliar los efectos del bloqueo. No estamos solas… No
estamos solos.
Partiendo de esa
convicción me arriesgo a aseverar que es desde y con la gente, la comunidad
organizada como lograremos atravesar juntes, esta pandemia, la cuarentena y el
resto de las contingencias asociadas a
ella. En Venezuela ya tenemos el “cuero curtido” con tanto torrencial vivido.
Asomar algunas
ideas y recomendaciones del orden psicológico, se hace impostergable; particularmente
para quienes podrían eventualmente, asumir roles de contención y apoyo en sus
comunidades. Cada une de nosotres, vecina, vecino, jefas y/o jefes de calle,
tiene el potencial para fungir de facilitadores a la hora de ayudar.
Ojalá no sean
tomadas como recetas ni fórmulas mágicas, sí pretenden ofrecer cierta guía de
actuación en estas, tan difíciles circunstancias; a saber:
- Lo PRIMERO a dejar por sentado es que una situación de pandemia y de cuarentena, NO ES SIN AFECTACIÓN emocional en las personas. Es totalmente esperable que se experimenten diversos tipos de emociones desagradables que van desde el miedo y la angustia hasta otras menos intensas como: ansiedad e intranquilidad; de las más frecuentes. Ninguna de ellas deberían ser consideradas “patológicas”, en tanto son respuestas esperadas e inevitables. La interrupción de la rutina y el aislamiento social forzado, definitivamente pueden generar descontrol en les integrantes de una familia. En ese sentido, EVITAR ALARMARSE más de lo necesario.
- Si en tu comunidad sabes de personas que se encuentren SOLAS CON POCO O LIMITADO ABASTECIMIENTO Y SIN INTERNET. ¿CÓMO AYUDAR A QUE MANTENGAN LA CALMA, EN ESTA SITUACIÓN? Se debe entrar en contacto con jefes o jefas de calle o también, con la organización comunal. Éstos ya deben estar mínimamente preparades para evaluar la situación. LAS SOLUCIONES INDIVIDUALES, SON INVIABLES, un sólo vecino/a, NO DEBE NI PUEDE pretender “resolverle la vida”; sí en cambio, la comunidad en su conjunto: El contacto telefónico, puede llegar a ser sin duda, un medio de contención: “Lamento esté tan nervioso/a (preocupado/a, angustiado/a) tiene razón de sentirse así, acá estoy para ayudarle, no estás solo/a; son frases que llegan a transmitir cierta confianza y tranquilidad NECESARIAS para poder afrontar y tomar decisiones sobre lo que hay que hacer.
- “QUEDARNOS EN CASA, para cuidarnos y cuidar a les demás. Así detendremos la expansión del virus”, ha de ser la consigna que debemos ayudar a que se asimile conscientemente pero que además, se acepte con la mejor disposición. Será imprescindible valerse de la información científica de organismos oficiales, para su transmisión.
- EVITAR AL MÁXIMO PROSEGUIR CONVERSACIONES que alimenten expectativas catastróficas o escenarios apocalípticos. NO ES NEGAR lo delicado del momento, SI PROPICIAR un afrontamiento sensato y adecuado de la cuarentena, vigilando el cumplimiento de todas las medidas sanitarias indicadas.
- En cuanto a las personas en situación de calle, afortunadamente contamos con un programa social: la Misión Negra Hipólita, que es la que se ocupa ex profeso de este segmento de nuestra población y que ha venido tomando las acciones pertinentes.
- Las mujeres víctimas de VM (Violencia machista) constituyen una población de altísimo riesgo en este tiempo de cuarentena. Desarrollar mensajes, campañas que induzcan a los comités de género de los Consejos comunales, a la detección de posibles casos. Poder “armar” redes de apoyo feminista comunitarios que permitan ofrecer el apoyo vital en articulación con fuerzas de seguridad y Ministerio Público; deberían ser posibles vías de apoyo.
- Niñas, niños y Adolescentes, también cuentan con entes que velan por su interés superior, las y los vecinos son les llamades a detectar posibles situaciones de maltrato a ser denunciades, inicialmente ante les voceras o voceros de sus organizaciones comunales.
¡Queda tanto por
hacer!
Rendirse, no es
alternativa.
(*)
Interseccionalidad. Concepto formalizado como teoría por Kimberle
Crenshaw abogada y académica estadounidense) en 1985 y que como herramienta,
permite el análisis en materia de derechos humanos para el diseño de políticas
que supongan el abordaje de múltiples discriminaciones, en favor de la igualdad
social.
Beatriz
Montenegro N.
Psicóloga
psicoanalista
Marzo,
2020
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