DIMENSIÓN INCONSCIENTE, PROCESOS SOCIALES Y POLÍTICAS PÚBLICAS
El
concepto de inconsciente propuesto por el Psicoanálisis, ha sido por lo general
vinculado a campos como la astrología, el esoterismo, las ciencias ocultas o metapsicológicas;
al mismo tiempo suele ser entendido como una especie de saco sin fondo, donde
podemos depositar y justificar cualquier inconsistencia teórica; sin embargo se
trata de un elemento teórico producto de un proceso importante de observación
clínica, que propone una perspectiva para comprender y abordar el acontecer
psíquico.
Tener en
cuenta este concepto freudiano en la comprensión de procesos sociales y en la
construcción de políticas públicas, manejando ética y rigurosamente su
contenido, es de vital importancia, pues permite pensar de una manera
alternativa la causalidad del acontecer humano y sus dificultades. Haciendo un
muy breve recorrido por algunas puntualizaciones sobre el inconsciente,
elaboradas por Sigmund Freud y Jaques Lacan, trataremos de señalar elementos
que den cuenta de las ventajas a nivel cultural que supone la utilización de
este concepto, recordando que si la dimensión inconsciente de la psique humana,
es tenida en cuenta en la práctica clínica individual, aun respetando las
distancias que impone la teoría, puede sin duda aportar luces en el terreno de
las masas. Si bien la sociedad no es igual a la suma de individualidades,
existen conceptos y lógicas teóricas, planteadas en lo individual que pueden
ofrecer aportes nada despreciables.
En
primer lugar Freud nos habla de la existencia de procesos psíquicos que escapan
del alcance de nuestra conciencia, pertenecientes a una dimensión de la psique
que llama inconsciente, esta dimensión, resultado de un proceso represivo
temprano, pasa a jugar un rol de gran importancia al ser postulada como la
responsable de la mayor parte del comportamiento humano. De esta manera existen
representaciones a nivel consciente, de las cuales nos percatamos, y otras
tantas latentes que determinan la mayor parte de la vida anímica y a las que no
podemos acceder fácilmente. Freud afirma que todo acto psíquico parte de la
instancia inconsciente, atravesando resistencias y defensas provenientes de
otros sistemas; eso reprimido que fue desalojado de la conciencia, es de
naturaleza traumática y explica las razones más verdaderas y más íntimas de
nuestro accionar. Así la dimensión inconsciente funciona como una otredad para
el sujeto de la conciencia, quien estructura procesos defensivos, sin embargo,
el carácter latente de las representaciones inconscientes y su naturaleza
dinámica lo facultan para encontrar las formas de hacerse presente, a través de
las llamadas formaciones del inconsciente (acto fallido, lapsus, olvido) y por
supuesto mediante constelaciones sintomáticas que condicionan al sujeto.
Por su
parte, Jaques Lacan realiza una relectura de la obra freudiana, y apoyándose en
ella introduce nuevos elementos amarrados al lenguaje; para este autor el
inconsciente está estructurado como un lenguaje, el ser viviente en su
encuentro con las palabras sufre una pérdida irremediable del goce contenido en
su cuerpo, quedando alienado, sometido y determinado por el lenguaje. Esto
quiere decir, que la psique funciona mediante redes inconscientes de palabras o
significantes, que constituyen al sujeto y dirigen su accionar. Estas redes o
cadenas de información inconsciente pulsan continuamente y su aparición aporta
un sentido evanescente, emergen en el discurso del sujeto y de inmediato
desaparecen nuevamente, el inconsciente es descrito por Lacan como discontinuo,
de estilo sorpresivo e imprevisto. Este concepto es planteado con gran carga
simbólica, sin embargo tiene también una cara indecible, ese espacio
desconocido para el que las palabras no alcanzan, y que mueve repetidas veces
el sentir el pensar de un sujeto. Teniendo en cuenta esto, es posible afirmar a
groso modo, que es a través del lenguaje como podemos organizar las cadenas de
palabras que nos determinan, la técnica analítica le apuesta a la construcción
palabra a palabra, utilizando como guía las formaciones del inconsciente, para
conseguir re-significar lo que somos.
A partir
de estas puntualizaciones, es posible afirmar, que lo que no anda a nivel
consciente, puede ser explicado por la dinámica inconsciente y que existen
ciertos elementos discursivos que nos ofrecen pistas acerca de esta dimensión
otra para cada uno de nosotros. En el plano socio-político por ejemplo, en
numerosas ocasiones se implementan programas que no son recibidos por la gente como
se tenía previsto, la singularidad en los procesos individuales parece
repetirse en los procesos sociales, al menos a nivel comunitario, cada
comunidad con sus cadenas particulares de significados, con elementos no
hablados, y otros no sabidos en cada uno de sus integrantes, que obstaculizan
las intervenciones grupales, y que le restan potencia a posibles salidas de un
orden distinto al que ha venido funcionando. Tener en cuenta esto en el manejo
grupal, permite realizar algunos señalamientos para asentar mejores
posibilidades de trabajo.
De igual
forma, tener en cuenta la dimensión inconsciente al momento de pensar procesos
a nivel social, se opone a la victimización de los sujetos como comprensión
estancada; por el contrario, se trata de atender a nivel discursivo elementos
que permitan re-significar situaciones, facilitar el reconocimiento de factores
que funcionan como justificaciones para evadir la responsabilidad de cada uno,
y con ello la posibilidad de actuar de manera distinta. Numerosas políticas
públicas son estructuradas sin tener en cuenta la dimensión inconsciente, sin
contar que el ser humano está determinado por dinámicas de otro orden y no
funciona bajo la linealidad de las premisas conscientes, desea, odia, teme, se
defiende, repite, se queja, daña, construye, la mayoría de las veces sin poder
dar cuenta de las razones “lógicas” por las cuales lo hace. Se trata en muchas
ocasiones de considerar que existe otra escena andando tras bastidores, con un
guión que aun siendo desconocido para el sujeto, para cada uno de los sujetos,
comanda sus reacciones y decisiones.
De
ninguna forma este escrito pretende andar por el camino de lo que llaman
psicoanálisis aplicado, o alguna especie de psicoanálisis social; lo que si aspira
es abrir un espacio conceptual que no puede quedarse entre las paredes de un
consultorio, pues cuenta con herramientas teóricas valiosas y pertinentes para
comprender escenarios sociales y proponer vías de acción alternativas.
Marián Brando. Psicóloga Clínica
Maestría en Psicoanálisis, Subjetividad y
Cultura (en curso)
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