EL VASO MEDIO LLENO


De vuelta en Bolivia, después de cinco días intensos en Caracas, queremos agradecer y felicitar a psicólogos y psicólogas que tan claramente nos mostraron la realidad venezolana en esos días.

Hay diversas formas de entender el resultado de la elección presidencial: desde la política, la demografía, la economía, etc. Hay también una manera de hacer una lectura desde la psicología social que nos ayuda a desvelar posiciones ideológicas de quienes interpretan los resultados como un vaso medio lleno o medio vacío. Desde el pesimismo que el imperio quiere instaurar en nuestras filas, podemos caer en la ilusión ideológica del vaso medio vacío lamentándonos porque un millón y medio de votos a favor del PSUV hayan desaparecido desde las últimas elecciones, haciéndole así el juego a la oposición que quiere presentar al mundo la abstención del 53% como su victoria. Decayendo en esa interpretación derrotista, hasta ha habido expresiones en el seno del propio movimiento revolucionario que han calificado como pírrica la victoria de Nicolás Maduro convirtiéndose en cómplices de la desesperanza que quieren instaurar los escuálidos dentro de las filas chavistas.
Pero, desde la visión optimista del vaso medio lleno, la dureza del voto de seis millones de venezolanos en medio de la adversidad instaurada por el asedio y el acoso del Imperio constituye una base sólida, base sobre la cual debemos asentarnos para seguir la lucha. Un 67.7% de aprobación es algo que ya quisieran obtener el desquiciado Trump o el funesto Temer y los presidentes del autonombrado grupo de Lima. Los altibajos siempre estarán presentes en todo proceso de cambio, pero dejarse abatir por el primer vaso medio vacío que aparezca no es una posición revolucionaria porque es en el fragor de los momentos difíciles cuando nadie debe rendirse ni cansarse. En cada momento, sobre todo cuando el viento sopla en sentido contrario resulta fundamental aclarar en qué lado del vaso estamos, sin derrotismos ni triunfalismos. Para eso resultan muy adecuadas las palabras de propio comandante Chávez que ayudan a distinguir la diferencia entre las diferentes interpretaciones del resultado del proceso electoral del 20 de mayo: “Bienvenido el error, para reconocerlo, combatirlo y convertirlo en nueva invención; mal venido el engaño, porque es mortal para un proceso revolucionario”. 

Este es el momento de la reagrupación de los psicólogos y psicólogas socialistas para combatir las falsas verdades y las tortuosas calumnias desenredando la patraña opositora y exponiendo a la luz la mentira que busca confundirnos y desmoralizarnos. Esta guerra de cuarta generación es nuestra guerra, porque es una batalla por las mentes y los corazones de nuestros compatriotas para desenmascarar la compleja red de falsas verdades que se teje en las redes sociales, la televisión y los periódicos haciendo una interpretación maliciosa de la realidad para que cunda el desánimo y el desaliento pesimistas.

Hay una profunda lección para los procesos progresistas en nuestra América Latina en el formidable ejemplo de resiliencia revolucionaria del pueblo venezolano frente a la adversidad que le ha tocado vivir. De la misma manera que en Venezuela es preciso tomar conciencia de la trascendencia continental de esta lucha, en los otros países progresistas de nuestra América Latina es preciso encontrar las formas de apoyar esta resistencia porque en ello se va la propia supervivencia de esos otros procesos revolucionarios de nuestra región.

Por eso, en realidad no importa si el vaso está medio lleno o medio vacío porque aunque queden sólo unas gotas en el fondo, la lucha por el socialismo siempre estará vigente como una idea, una meta y un proceso en construcción permanente que debe ser perfeccionado luchando todo el tiempo para colmar el vaso medio lleno hasta que se llene y rebalse reafirmando definitivamente el proceso revolucionario chavista de Venezuela.


Javier Mendoza
28 de mayo de 2018
La Paz, Bolivia






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