OPOSICIÓN VERSUS OPOSICIONISMO
A raíz del desplome de la Unión
Soviética y el derrumbe del muro de Berlín se impulsó a nivel mundial la tesis
de la muerte del socialismo y el afianzamiento del capitalismo como único
sistema sociopolítico válido para regir a la humanidad. Sin embargo, el arribo
al poder del Comandante Hugo Chávez, quien levantó la bandera socialista y
propuso el resurgimiento de un nuevo socialismo, el Socialismo Bolivariano,
basado en la democracia directa, participativa y protagónica y los postulados e
ideas de los libertadores (Miranda, Bolívar, Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora),
causó un enorme ruido internacional y las miradas imperialistas se enfocaron
hacia Venezuela. Los factores de derecha nacional e internacional notaron que
los cambios eran una transformación política radical de 180° y no una
continuación del sistema capitalista. Grave amenaza al régimen capitalista y
sus intereses políticoeconómicos. Había que detener a toda costa el
afianzamiento de este modelo y su expansión hacia otros países.
En la época de la guerra fría el imperialismo
estadounidense se valió de persecuciones policiales, golpes de estado y
satanización de la izquierda para detener las luchas reivindicativas de los
pueblos explotados y exprimidos por las grandes trasnacionales y el poder económico
mundial. En cada ocasión que en los países de nuestra América se intentaba
constituir algún gobierno progresista, era derrocado por el poderío
norteamericano con ayuda de sectores apátridas, militares, políticos de derecha
y el poder económico oligárquico de los países que osaban enarbolar las
banderas del socialismo.
Luego de la desintegración de la URSS el imperio modificó
sus maneras de “tumbar” los gobiernos populares y progresistas que vayan en
contra de sus intereses. Hoy en día se valen de la creación y consolidación de
grupos radicales internos con apoyos internacionales a los cuales llaman la
“oposición al régimen”, dándole una mascarada democrática a estos factores
desestabilizadores y golpistas.
Ahora bien, para desenmascarar el origen apátrida y
lacayo de estos grupos y su intención golpista tenemos que precisar y mostrar
que es una “oposición política” y que es “oposicionismo político”.
Según el Diccionario de la lengua española
(http://dle.rae.es/?id=R6zXXwD), oposición es la “acción y efecto de oponer u
oponerse”, “conjunto de grupos o partidos que en un país se oponen a la
política del Gobierno o al poder establecido” y define oponerse como “poner
algo contra otra cosa para entorpecer o impedir su efecto”. Podemos parafrasear
que según este diccionario la oposición vendría a ser aquellas acciones
llevadas a cabo por un grupo de personas o partidos políticos en contra de las
políticas establecidas por el gobierno. No se plantea en esta definición que la
oposición implique el cambio del sistema político. Para profundizar un poco más
tomaremos una exposición realizada por Piedad Córdoba
(http://www.semana.com/opinion/articulo/para-que-sirve-oposicion-politica/68746-3)
en relación a lo que implica el asumir una postura de oposición política. Según
Piedad la oposición política es “…uno de los grandes signos de madurez política
de la democracia…Gobierno y oposición son dos extremos de un mismo proceso
político, representantes ambos de un mandante común, la sociedad civil,
destinataria final de sus actuaciones…los partidos de oposición son solo
canales de expresión de la inconformidad de la comunidad. Su tarea es mostrar
la inconveniencia de las decisiones del gobierno, manifestar el descontento de
la sociedad ante tales decisiones y defender las conquistas sociales frente a
las arbitrariedades del poder…” Diríamos entonces que una postura democrática
de oposición política manifestaría una actitud de defensa de las
reivindicaciones socioeconómicas y políticas frente a los actos injustos, abusivos
e ilegales del gobierno. Es decir, en principio se estaría de acuerdo con el
modelo político, siempre y cuando vayan en función del beneficio social del
pueblo, y, el desacuerdo iría en función de los desaciertos del gobierno para
dar cuenta de la justicia social y se apoyaría aquellas acciones que favorezcan
al colectivo. Solo se plantearía el cambio del modelo político cuando sus
postulados contravengan el bienestar colectivo y prioricen el enriquecimiento
de una clase social, empresarial o política a expensas de la clase trabajadora
y el pueblo.
A partir de la refundación de la democracia venezolana
bajo el modelo socialista bolivariano, surgió un movimiento político, al que
llamamos oposicionista, ya que visto lo señalado anteriormente, en Venezuela no
existen grupos de oposición.
Al buscar a través del internet bajo que parámetro
teórico significativo podemos enmarcar las acciones violentas, terroristas,
intolerantes e intransigentes, que una persona o grupo de personas realizan en
contra de un estado y del pueblo, mediante las cuales todas las medidas
gubernamentales son negativizadas a ultranza, vemos que la aproximación más
adecuada es el de trastorno oposicionista desafiante (Un trastorno psicológico
que se ha endilgado a los niños, cosa que no estoy de acuerdo, y que en el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales- V se
llama como trastorno negativista desafiante). Este trastorno abarca un patrón
recurrente de conducta negativista, desafiante, hostil y dirigida hacia las
figuras de autoridad que se extiende por lo menos durante seis meses, se
encoleriza e irrumpe en pataletas, desafío activo a las normas, violan las
leyes o los derechos fundamentales de los demás, rehúsa cumplir sus
obligaciones, molesta deliberadamente a otras personas, acusa a otros de sus
errores o mal comportamiento, colérico, resentido, rencoroso, comportamientos
destructivos, de crueldad y de intimidación. Al comparar las acciones llevadas
a cabo por los grupos políticos encuadrados en la MUD con este trastorno vemos
muchos elementos que nos permiten decir que estos factores políticos de la
derecha muestran un comportamiento oposicionista.
Estos grupos radicales oposicionistas organizan e
implementan una serie de ataques a la economía, exacerban la inseguridad y la
violencia social, intensifican campañas mediáticas y mensajes en contra de la
gestión gubernamental a través de las redes sociales vociferando que no tienen
libertad de expresión, que son reprimidos violentamente, que no hay libertad, realizan
actos terroristas, quemas de vehículos de transporte colectivos y de carga,
vandalizan e incendian instituciones públicas, trancas en avenidas y calles, guerra
psicológica, rompimiento de leyes, desacato a las sentencias del Tribunal
Superior, y, en todo momento niegan sus acciones alegando que es el gobierno y
los colectivos quienes no los dejan manifestar “pacíficamente”. Se oponen a
todas las gestiones que realiza el gobierno nacional, para ellos nada es bueno,
nada es adecuado, nada es productivo, nada es beneficioso pero en ningún
momento plantean como mejorar esos servicios. Al no manifestar abiertamente su
tendencia hacia el sistema capitalista ni sus planes de gobierno, ni su apoyo al
individualismo sobre lo colectivo, ni su interés en reducir el rol del estado, acarrean
el peligro de la vuelta al sistema “democrático” representativista político, encubriéndose,
disfrazando y ocultando sus verdaderas intenciones de acabar con lo ya
alcanzado por el proceso socialista revolucionario, intentando eliminar el rol
protagónico de la comunidad organizada. Por eso en todo momento reniegan el
poder popular y jamás mostraran apoyo a los consejos comunales ni a las
organizaciones de gobierno popular comunitario, y, al contrario, buscaran
satanizar los colectivos, los círculos bolivarianos, las comunas y todo aquello
que implique poder popular.
Esta acción oposicionista deja entrever sus verdaderas intenciones
de acabar con el poder popular y los mecanismos para ejercerlo porque su visión
capitalista de gobierno apoya al individualismo en lugar de lo colectivo.
No hablamos de oposición sino de grupos oposicionistas.
Lic. Ysrael Salinas
Mg Psicología Social
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