LA EVOLUCIÓN DE LA PANDEMIA EN VENEZUELA




Una mirada desde la casa y la psicología

JULIO  2020


La pandemia del coronavirus apareció oficialmente en el mes de marzo en nuestro país, en ese momento se detecta la primera persona con síntomas y sospechas de tener el virus, al ser estudiado y diagnosticado con las pruebas exactas (PCR)se inicia oficialmente la presencia del virus en nuestro territorio. En ese momento se inicio la cuarentena social y voluntaria se dio inicio a las medidas de bioseguridad, con campañas masivas. Desde las emociones comenzamos a trabajar, la angustia, los miedos a ser contagiados, era la primera etapa, la posibilidad de ser contagiado y con ello de morir estaba presente como lo más importante y agudo. La protección de la casa, la mascarilla y el lavado frecuente de las manos, hicieron lo suyo. Además surgieron memes, chistes, bromas, nos reímos como siempre los venezolanos y venezolanas pero guardando con seriedad el problema, a mal tiempo buena cara, permanecimos en distanciamiento físico, aceptamos de buena gana la cuarentena. Aparecieron dudas, se iniciaron una gran cantidad de entrevistas, escritos, opiniones, artículos dando información al respecto. También apareció, como siempre, la solidaridad, la disciplina y la paciencia. La vida y la salud estaban por encima de todo.

Logramos detener el contagio y se localizaron los pacientes con facilidad. La curva seguía aplanada con pocos casos comparativamente hablando. A dos meses de la pandemia todo parecía indicar que estábamos en control de la expansión de la enfermedad, la paciencia comenzaba a debilitarse. Habían otros sentimientos y emociones presentes, la cuarentena permitía la salida de todas las vulnerabilidades individuales, de pareja, de familia… el trabajo era ayudar a aguantar la cuarentena, el encierro y las dificultades de estudio, trabajo y principalmente de convivencia cerrada. Era la segunda etapa. Las exigencias del año escolar, de rumbear, de ver a los seres queridos comenzaba a presionar, la incertidumbre del futuro cercano, aparecía movilizando sentimientos, pensamientos, acciones no siempre acordes con la realidad global de la pandemia. Lo importante dejó de ser el contagio y allí ayudaron las operaciones psicológicas que hacían dudar de la realidad y veracidad de los datos y de la presencia del virus en nuestro país. Las costumbres, estilos idiosincrasia estaban por encima de todo. La sociedad de consumo sus los valores y principios comenzaron a apoderarse de la conciencia y la disciplina para la protección.

Eso y el desplazamiento silencioso del virus llegando desde las fronteras hicieron lo suyo. Todo comienza en Nueva Esparta donde el dinero de unos pocos permitió que una academia de pelota para ligas mayores llegara e infectara a varias personas del sector convirtiendo a nuestra Margarita en el centro de la pandemia. Controlado el foco seguimos “relajados”

Llega junio, los connacionales llegan de a miles, desde Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y uno que otro que estando varados en otro país lograran llegar en avión por Maiquetía. Se activa un protocolo de seguridad y en teoría todo se veía fácil y controlado.

Con los presidentes de nuestros países vecinos siendo enemigos de la revolución Bolivariana el regreso de nuestros connacionales sería difícil, y así fue y es. Las operaciones psicológicas se activan, se desacredita la revolución y en paralelo se comienza a decir que no hay peligro porque eso del virus es “mentira” aparece lo que todos y todas sabemos, las trochas, el paso ilegal, el pago en dólares para evadir cuarentenas y controles, las mentiras, los miedos y los guapetones y guapetonas, personas que se creen más que otros, invencibles, inmunes, que todo lo pueden con los dólares que se traen de afuera. Llegaron a sus casas, en diferentes estados, porque el billete todo lo puede pues, y en sus casas, contagian a sus familiares, vecinos, amigos y la curva controlada con gran esfuerzo y trabajo se dispara a pesar de las acciones del gobierno.

Hoy estamos en otra etapa, la tercera fue el inicio del aumento de casos, sin embargo se desestimaron, parecían focalizados y estar asociados a los connacionales que retornaban. En la mayoría de las comunidades iniciaron la flexibilización controlada y eso permitió generar confianza y disminución del miedo, de la angustia, con ello parece ser se reforzó la idea de creer que somos inmunes y bajar la guardia en las medidas de bioseguridad.

Comienzan a aparecer otras emociones, sensaciones y hay un quiebre en esa “unidad” que nos hacia luchar en conjunto contra un virus letal. Las emociones más frecuentes se relacionan con la indignación, impotencia, miedo y rabia en aquellos que mantiene la precaución y la conciencia. Los incrédulos están altivos, arrogantes y desprecian al otro. Otros más relajados prueban espacios con inseguridad y dudas. La calle y la normalidad atraen.

La cuarta etapa, está en tránsito mezclando varios eventos, arribamos a cuatro meses de cuarentena en sus diferentes vertientes y con un aumento de casos comunitarios importantes en todo el territorio. Desde las emociones hay, por un lado miedo real de contagio, unido al miedo real o imaginario del colapso del sistema de salud, de la existencia de medicamentos, del aislamiento… y además hay hastío de la cuarentena, la nueva normalidad no tiene nada de normal y no nos estamos preparando para ese escenario.

Muchas cosas han ocurrido en estos cuatro meses desde lo individual a lo colectivo, muchas parejas han decidió tener otro integrante en esas familias, otros han decidido separarse, muchos han decidido salir de sus entornos y buscar otro camino en medio de las grandes dificultades, la cuarentena funcionó, en esos casos, como detonante definitivo para salir de la zona de confort que resultó no ser tan confortable. Otros por el contrario se cohesionaron, se re descubrieron en una realidad diferente y se reencontraron consigo mismos y con los otros cercanos. El cuestionamiento a la vida antes y en cuarentena esta a la orden del día, el piso se mueve, la cuarentena y la pandemia nos obligan a mirar hacia dentro para bien de sí mismos y de los otros, sin remedio o sin otra opción. Unos saldrán bien parados, otros no.

El virus avanza y el miedo al contagio, al aislamiento, a la muerte reaparecen, cualquiera puede contagiarte, la rabia, la culpa, la angustia están por ahí desatados. Se nos olvida que es un virus agresivo, letal, altamente expansivo, cualquier descuido te contagias y te enfermas. No es responsabilidad de casi ninguna persona, salvo los trocheros, los fiesteros e inconscientes, esos muchas veces los domina el desprecio por el otro, el desinterés absoluto del otro, el egoísmo puro, vil, crudo, solo se quiere llegar a alcanzar su meta individual desde su perspectiva.

En los actuales momentos las cifras aumentan considerablemente, el virus camina por nuestras comunidades, podemos estar entrando a una etapa de gravedad, las cifras no son solo números, son nombres, apellidos y rostros cercanos a cada uno de nosotros y nosotras, se requiere de más consciencia, paciencia, tolerancia, solidaridad, disciplina, control de la situación, mucha esperanza porque sin ella no podremos salir adelante, la esperanza de que juntos podemos vencer a este enemigo.

En medio de las dificultades de la guerra no convencional, la guerra económica, psicológica, el virus aumenta su letalidad. Se manifiestan nuevos sentimientos, debemos insistir en impulsar la humildad, el compromiso, la unidad, centrarnos en el combate hacia la no expansión del virus para no contagiarnos. Ningún lugar es más seguro que la casa, es nuestro hogar lo que nos protegerá. Nuestra mirada hacia lo esencial, nuestros vínculos, nuestro cuidado estricto para cuidarnos y cuidar al otro. Concienciar al que no sabe, no cree o no le da la gana. El momento histórico debe ubicarnos.

La tarea salir vivos y bien para seguir construyendo patria!!!

Ms. Ovilia Suárez

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