BOLÍVAR Y SUCRE: DOS HOMBRES –Y SU MORAL- QUE CAMBIARON LA HISTORIA
(SUCRE se siente subestimado por Bolívar
/ BOLÍVAR se coloca bajo su mando)
Apuntes
desde la obra de Gustavo Pereira: Simón Bolívar: Escritos Anticolonialistas (*)
“Bajo tales designios, Sucre es
enviado a despachar a los cuarteles “lo que había atrás del ejército”: heridos,
artículos militares, desamparados, y en suma organizar las fuerzas de
retaguardia. La misión, sin embargo, es tomada por el joven general como un
pretexto para separarlo del mando del ejército, por lo que escribe a Bolívar,
el 27 de agosto” (1824):
“Creo mi general, que Vd. convendrá en que un
hombre que carezca de la delicadeza necesaria para servir su destino, no debe
obtenerlo y menos vivir en la sociedad que guían el honor y la gloria. Yo he sido separado del mando del ejército
para ejecutar una comisión que en cualquier parte se confía cuando más a un
ayudante general, y enviado a retaguardia al tiempo en que se marchaba sobre el
enemigo; por consiguiente se me ha dado públicamente el testimonio de un
concepto de incapaz en las operaciones activas, y se ha autorizado a mis
compañeros para reputarme como un imbécil, o como un inútil.
“Pienso, señor, que al usar este lenguaje no se me
acusará de orgulloso ni aspirador. Habiendo rehusado de todo mi corazón el
primer rango del Perú que obtuve una vez por la representación nacional, parece
que poseo un derecho a exigir de mis compatriotas que me crean con sólo el
deseo de un poco de estimación pública; pero este desprendimiento de los
destinos, ni me aleja de los miramientos que debo a mi actual empleo, ni me
autoriza para prostituirle su dignidad. p. 235.
“Es cierto
que he consentido en la aceptación de un título vano, y que me he dejado llamar
general en jefe del ejército unido con un ejercicio vago e informal; pero ni he
pasado sin conocerlo, ni de saber la crítica de los jefes a mi insulsa
representación: la continué no obstante por complacer a Vd. y por servir al
ejército sin someterme nunca a la presunción del título. Sucede de algunas
distracciones que de un mal se va a otro, y yo he visto con dolor que sufriendo varios pequeños golpes (y tal vez
algunos no pequeños) se me ha dado el más fuerte que jamás preví, de reducirme
ante el ejército unido al ridículo papel de conducir enfermos de retaguardia”. pág.
236.-
Bolívar
le responde el 4 de septiembre:
“Contesto la carta que ha traído Escalona con una
expresión de Rousseau cuando el amante de Julia sé quejaba de ultrajes que le
hacía por el dinero que ésta le mandaba: ‘ésta es la sola cosa que Vd. ha hecho
en su vida sin talento’. Creo que a Vd. le ha faltado completamente el juicio
cuando Vd. ha pensado que yo he podido ofenderle. Estoy lleno de dolor por el
dolor de Vd., pero no tengo el menor sentimiento por haberle ofendido. La comisión que he dado a Vd. la quería yo
llenar; pensando que Vd. la haría mejor que yo, por su inmensa actividad, se la
conferí a Vd. más bien como una prueba de preferencia que de humillación.
Vd. sabe que yo no sé mentir, y también sabe Vd. que la elevación de mi alma no
se degrada jamás al fingimiento: así debe Vd. creerme. Antes de ayer, sin saber
nada, nada de tal sentimiento, dije al general Santa Cruz que nos quedaríamos
aquí para dirigir esa misma retaguardia, cuya conducción deshonra a Vd., y que
Vd. iría adelante con el ejército hasta las inmediaciones o del Cuzco, o de
Arequipa, según la dirección de los enemigos: y en todo esto, yo no veía ni veo
más que el servicio, porque la gloria, el honor, el talento, la delicadeza,
todo se reúne en el solo punto del triunfo de Colombia, de su ejército y la
libertad de América.
“(...) Esas delicadezas, esas hablillas de las
gentes comunes, son indignas de Vd.: la gloria está en ser grande y en ser
útil. Yo jamás he reparado en miserias, y he creído siempre que lo que no es
indigno de mí tampoco lo era de Vd.
“Diré a
Vd., por último, que estoy tan cierto de la elección que Vd. mismo hará, entre
venirse a su destino, o irse a Colombia, que no vacilo en dejar a Vd. la
libertad de elegir. Si Vd.
se va no corresponde Vd. a la idea que yo tengo formada de su corazón. {Pero…….}
“Si Vd.
quiere venir a ponerse a la cabeza del ejército, yo me iré atrás, y Vd.
marchará adelante para que todo el mundo vea que el destino que he dado a Vd.
no lo desprecio para mí. Esta es
mi respuesta”.
“Ambas cartas descubren dos
caracteres irreductibles en punto a honor o dignidad: Sucre, al sentirse
injustamente relegado; Bolívar, suponiéndose mal interpretado. Pero en las
palabras de Sucre subyace una concepción del mundo ajena a todo doblez,
vanagloria o ambición redituable. Como a Bolívar, a él le mueven otras razones.
Pág”. 237.
“Junín abre las compuertas de una
nueva realidad en el continente. Ahora más que nunca se acerca la hora de echar
las bases de la anhelada unidad de las naciones liberadas del colonialismo
español. Desde Bogotá, sin embargo, se maquinan otros propósitos. El 24 de
octubre recibe el Libertador, en Huancayo, un correo en el que se le notifica
que el congreso colombiano había derogado en fecha 9 de julio la ley del 9 de
octubre de 1821 en la que se le concedían facultades extraordinarias en
cualquier escenario de la guerra contra los realistas. “La posición
constitucional de Bolívar no era usual —anota Gerhard Masur— pues era al mismo
tiempo Presidente de Colombia y dictador del Perú. En octubre de 1821 un acta
habilitante le concedió el mando de las fuerzas colombianas, y en virtud de su
cargo de dictador del Perú estaba asimismo a la cabeza del ejército peruano. El
parlamento colombiano revocó entonces su decisión y rescindió las facultades de
Bolívar en el momento en que más las necesitaba”. P. 237.
“Sucre queda, pues —bajo protesta
por la decisión de Bogotá— al mando de las fuerzas de la sierra mientras
Bolívar hace cuánto puede para que la decisión del Congreso colombiano no
desmoralice a la tropa. El mes de noviembre transcurre entre escaramuzas y
marchas de ambos ejércitos. Finalmente, el 9 de diciembre de 1824, en la alta
meseta de Ayacucho, al pie del Cundurcunca, se da la batalla decisiva y Sucre
derrota y hace capitular a los realistas. Ese mismo día escribe al Libertador”:
“El campo de batalla ha decidido por fin que el
Perú corresponde a los hijos de la gloria. Seis mil bravos del ejército
libertador han destruido en Ayacucho los nueve mil soldados realistas que
oprimían esta república; los restos del poder español en América han expirado
el 9 de diciembre en este campo afortunado...”. Y al día siguiente, luego de
enunciarle las recompensas otorgadas a oficiales y soldados en el campo de
batalla: “(...) Por premio para mí pido
que Vd. me conserve su amistad”. pág. 238
Luego de las
anteriores citas en extenso, valen la siguiente consideración: ¿Por qué Sucre
se sintió subestimado frente a la orden - instrucción de Bolívar de enviarlo a
la retaguardia?
Veamos; El
Libertador en carta a Santander del 09 de febrero de 1825, hace una descripción
de sí mismo, de Sucre y del propio Santander de la siguiente manera: “Yo soy el hombre de las dificultades; Ud es
el hombre de las leyes y Sucre el hombre de la guerra”. Mejor descripción,
imposible. Bolívar era un perfecto conocedor de la personalidad de quienes tocó
conducir y mandar, de la psicología del soldado o combatiente, así como de sus
adversarios y de la psicología de la guerra (en el entendido que el tratado del
“Arte de la Guerra” de Sun Ztu no llegaría a occidente sino más de un siglo
después).
Además cabe
asegurar que el Mariscal Sucre no era persona narcisista, de ego inflado o de
estarse vanagloriando de sus logros. Nunca leeremos un escrito de la misma
autoría de Sucre, vociferando y presumiendo
de sus hazañas y méritos. Al contrario, era el hombre más circunspecto
que conocemos, a tal punto que sólo reclama para sí, la amistad de Bolívar,
luego de reconocer los logros de los patriotas en el Perú y condecorar a los de
destacada actuación en Ayacucho. No demanda reconocimiento, rangos ni prebendas
para sí, tan sólo el respeto y el afecto del más grande hombre de América, El
Libertador, su jefe, su general, su amigo del alma.
Sucre lo que
reclamaba era estar al frente del combate, junto a sus soldados, dando el
ejemplo, en la historia; cumpliéndose a sí mismo y a su propósito en la vida,
cual era, la libertad de América y una Patria Grande digna y virtuosa. Por eso
quería estar en el primer frente de guerra, para acabar con la dominación.
Y aun así,
aceptó –y cumplió- con la orden de Bolívar de encargarse de la retaguardia.
Papel que, -dicho sea de paso- asumiría luego El Libertador.
Finalmente cabe
el siguiente comentario. Como venezolanos, latinoamericanos, como patriotas
bolivarianos y chavistas, nos consta que
existen, en los tiempos presentes, personajes militares que son malinches,
corruptos, traidores, la vergüenza e indignos de portar el uniforme militar,
valga como ejemplos: el ex gobernador del estado Aragua y actual confidente de Washington
Rafael Issea y el ex general Manuel Antonio Rosendo (uno de los secuestradores
de Chávez); pero también nos consta que existen verdaderos hijos de Bolívar y
dignos herederos de la gesta independentista y del ejército Libertador como el
Comandante Hugo Chávez, el Cacique del pueblo Yukpa Sabino Romero, el padre
Camilo Torres Restrepo, el Presidente Aimara
boliviano Evo Morales y millones de héroes y heroínas anónimos (as) que
(as) hemos vuelto hechos millardos.
Bolívar y Chávez
no araron en el mar, sembraron la patria que estamos construyendo hoy.
Mg. Fernando Pérez
Tomado de: Gustavo
Pereira. (2005). Simón Bolívar: Escritos
Anticolonialistas. Caracas. Edic. Min. Estado para la Cultura – CONAC.
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