HACER LA BRASA, TEJER LA SOLIDARIDAD:



Poesía para la resistencia y la resilencia
A Una sola Brasa








Cesta Warao, tejido de bora.  
Foto Gladys Yamelicse Quintero, Delta del Orinoco Venezuela


Corría el año 1998, cuando me tocó trabajar en un proyecto de conformación y fortalecimiento de organizaciones comunitarias en el Delta del Orinoco. Aquella experiencia fue mi primer encuentro con los Maraisas Waraos. La magia de sus tejidos de moriche y bora me atrapo. Estoy segura que si alguien sabe del tejer y sustentar con solidaridad la vida en resistencia y en resiliencia son nuestros pueblos indígenas. La foto que les comparto arriba, es un tejido de bora, una planta que crece en el Padre Río Orinoco, al punto de dificultar su navegación en algunos caños. Las y los artesanos Waraos, se sientan en sus janocos en parejas o en grupo, para convertir la bora en los más hermosos diseños de cestería, carteras, zapatos y otras prendas utilitarias. Su arte es profundo, el tejido de bora es al tacto suave, pero ello no le resta fortaleza, se entrama las fibras de bora con la bora, la bora con el moriche, se anudan entre vuelta y vuelta, como un espiral que evoca trascendencia y misterio. Así es la Brasa, nuestro grupo poético.

Tenemos dos años tejiendo la Brasa, durante un período histórico que sin duda ha sido muy duro para la nación, para cada venezolana y venezolano que ama su Patria. Hemos visto como las redes sociales y los medios de comunicación han sido la plataforma propicia para trasgredir los mínimos principios de convivencia. Con la anuencia y con apoyo directo y abierto, de la mediática internacional, ejecutan diversas formas de propaganda y falsos positivos que distorsionan la realidad, falsean la verdad, naturalizan la violencia y anclan el miedo en la sociedad como forma de vida y sumisión a los grandes poderes mundiales. No es fácil sostenerse firme en principios en medio de esta avalancha, que resiente y propaga un difuso y profundo sentimiento de vulnerabilidad de la identidad personal, colectiva, de la venezolanidad portadora del sentir y el espíritu bolivariano. 

Han hecho retroceder los avances estructurales alcanzados en la reducción de la pobreza, escondiendo bienes esenciales, como alimentos, medicinas, y una inflación dólar today promovida desde el extranjero que rayaría en lo ridículo, pero que actúa como dispositivo de guerra. Antes de la llegada del presidente Chávez al poder, los índices de pobreza en Venezuela rondaban cifras superiores al 60%, muchos no recuerdan las imágenes de aquella dantesca realidad, que regresa paulatinamente. Impacta ver nuevamente personas en la calle rasgando bolsas de basura y un clima colectivo que evidencia el deterioro progresivo derivado de las dificultades de acceso a alimentos, medicinas, bienes y servicios, mientras que los que más tienen, siguen teniendo más, cada vez más, y más.

La guerra económica, ha ocasionado, que muchas familias retornen a condiciones de vida que ya habíamos superado con la llegada del proceso bolivariano. Ya en el año 2000 intentaron esta misma estrategia, hambrear al pueblo para tomar el poder, desaparecer los alimentos de mayor consumo, los artículos de aseo, especialmente los de las mujeres, niñas y niños. De verdad creen que harán torcer el brazo de este pueblo irredento. Intentan por todos los medios hacer explotar al pueblo con un Caracazo inducido, pero las medidas paliativas ante este golpe económico, los CLAP y los subsidios directos han aguantado el dique, sino ya hace rato estaríamos sumergidos como pueblo en una contienda civil al mejor estilo de las revoluciones de colores. Pero este pueblo arrecho, si le quitan la harina de maíz hace arepa de yuca o plátano, se adapta y busca nuevas estrategias para aguantar la pela y dar la pelea, y ellos, los hambreadores de siempre, gritan al mundo que venga la ayuda humanitaria, que el pueblo se muere de hambre, mientras tiran la leche al rio, matan los pollitos para no dejarlos crecer, esconden los rubros esenciales, queman centros de acopio de alimentos, y no escatiman esfuerzos para generar la escasez inducida, desaparecer el dinero en efectivo extrayéndolo a otros paises, y atacar con subidas irracionales de precios, las diversas soluciones y alternativas que el pueblo va generando en su lucha, en su resistencia.

Hemos vivido un intento explícito de disolución de los poderes públicos y del Estado Nación; emergen como gusanos de frutas podridas traiciones y corrupciones desde las instituciones del Estado. Hemos vistos caras sin rostros, cuerpos sin corazón, malinches entreguistas, fichas serviles de intereses oscuros. Hemos visto como le sirven la mesa en unidad al intervencionismo norteamericano, los hemos visto pedir sanciones y bloqueos para Venezuela, los hemos visto arrastrarse ante gobiernos latinoamericanos que menean la colita a los gringos y al nefasto títere de la OEA.

El fracaso sostenido de los promotores locales de estas estrategias, han enardecido al gobierno imperial, que sintiéndose los dueños del mundo, se evidencian abiertamente desesperados por apoderarse nuevamente de las riquezas de esta tierra; han invertido grades recursos, para acabar con el proceso bolivariano, con una propuesta alternativa y humanista, la democracia participativa y protagónica. No está nunca demás recordar, que en el suelo de la República Bolivariana de Venezuela, reposa no solo la mayor reserva petrolera del mundo, si no grandes reservas de agua, oro, gas natural, hierro, bauxita, carbón, diamante y diversos minerales estratégicos recién descubiertos. Sin duda, están obsesionados con los recursos naturales de Venezuela. Hemos llegado al punto, que el coloso del norte salió del closet, ante el reiterado fracaso de sus operadores políticos locales, así que decidió incrementar la presión internacional, para hacerle doblar el brazo al pueblo de Bolívar, lo que llevó al premio nobel de la guerra, a emitir una orden ejecutiva que declara a Venezuela una amenaza para la mayor potencia mundial, algo estúpido e irrisible, si no fuera de tan extrema gravedad. Ahora en la nueva administración, mucho más torpe e igual de violenta, declara su interés explícito y sin tapujos, de bloquear y sancionar al País. Un asedio sin precedentes en la historia. Este pueblo libre y soberano es una amenaza, este pueblo de democracia participativa y protagónica, es una amenaza, este pueblo de esperanza para la humanidad, es una amenaza.

Avanzaron, con la puesta en escena de una dinámica de guerra y terrorismo con la mal llamada guarimba, desplegaron falsos libertadores, héroes y criminales entrenados, y ejecutaron un libreto proguerra civil diseñado por estrategas extraterritoriales, líderes de 140 caracteres, pokemones de mente y espíritu de superhéroe de comiquita. Su estrategia, vender al mundo la “dictadura” venezolana, un estado ingobernable y violador de los derechos humanos. Cerrar las calles en una especie de estado de sitio generado por ellos mismos, en sus mismas urbanizaciones, tomar edificios como “Los Verdes”, caotizar la vida cotidiana y enfrentar a vecinos, son para ellos un valioso saldo de cultivo para la toma del poder.

Para los hijos del chiripero, para los hijos de la coordinadora democrática, para los hijos de la mesa de la unidad, los muertos son saldo positivo a su favor en un plan estructurado y violento para derrocar un gobierno electo por voto popular. No importa si llevan a los más jóvenes, a adolescentes, a niñas o niños, a la muerte, a la guerra. No importa si queman un prescolar, si atacan una maternidad, si sacas los muertos de las urnas, si quemas a un ser humano por ser pobre, negro o chavista, si usas la mierda como arma de guerra. No importa, si incendian autobuses, si talas árboles, si degollan motorizados con guayas, matan inocentes, no importa los que mueren en medio del bloqueo de las vías o electrocutados en el intento de volar alguna central eléctrica. En verdad no les importa. Su acción política irresponsable, nos han dejado una sociedad adolorida, un grito profundo y agudo, una herida que supura tristeza, con más de 120 muertos y miles de personas heridas en su cuerpo, en sus corazones, en sus relaciones, en sus símbolos, en sus historias, en sus vidas.

El pueblo venezolano, estoicamente resiste anclado en esta apuesta política humana. Paradójicamente los gestores de este caos, se llaman a sí mismos resistencia. Pues no, no son ellos los que resiste la “dictadura chavista”, somos nosotras, somos nosotros, es el pueblo llano el que resiste, a la rebelión de los poderosos, de los super ricos, a los amos del Valle, al gobierno mundial. Resiste el pueblo, resiste, y siendo parte de él, nos sorprendemos a nosotras y nosotros mismos, con una fuerza insospechada, con claridad de conciencia, con una sabiduría espiritual, que permite trascender los errores de la dirigencia política al mando. Resiste el pueblo con el voto, en medio de amenazas de muerte, en medio de un bloqueo del libre tránsito, de la persecución política de mata chavista, resiste lazándose a la calle a un proceso electoral, cruzando ríos, atravesando montañas, saltando guarimbas, armándose en pueblo constituyente, sosteniendo la apuesta bolivariana con conciencia, embalsamando la rabia, y apostando una vez más y como siempre a la paz.

Hemos visto como las operaciones psicológicas han sido ejecutadas contra las y los venezolanos, tanto hacia chavistas y de oposición. Con la intensión de producir fracturas definitivas, han estudiado de manera sistemática nuestras esencias, y han dirigido el más diverso espectro de violencias hacia lo que somos como pueblo, hacia los imaginarios sociales y culturales que nuclean lo más profundo del ser venezolana o venezolano. Han estructurado ataques, sobre el psiquismo individual y colectivo, para fracturar y fragmentar nuestros valores y principios, lo que somos, nuestra cultura, nuestra espiritualidad. Los promotores de la guerra, han enfocado sus baterías cada vez con más fuerza, hacia el núcleo que amalgama, cohesiona y sustenta la sociedad venezolana, las relaciones afectivas familiares y los vínculos de amistad y la solidaridad.

Acabar con el proceso Venezolano, es violentar el proyecto de hacer más humana la humanidad. Es aplastar el sueño Bolivariano, la unidad Latinoamericana, es desarticular UNASUR[1], o desmantelar la CELAC[2], es avivar la Doctrina Monroe y retomarnos como su patio trasero. Siempre evoco las palabras de Ahmadineyad durante aquellos aciagos días de duelo colectivo ante la pérdida del presidente Chávez, afirmando, “Chávez es un sendero, un plan para salvar la humanidad". Sostener la lucha, no ceder a estos intereses, resistir el intervencionismo, es un compromiso de humanidad.

Una Sola Brasa, nuestro grupo poético, me ha brindado el calor necesario para resistir este tiempo huracanado, ha sido el regazo amoroso en el que cada quince días drenamos en colectivo el barro del camino y reafirmamos los sueños de esta apuesta colectiva por una sociedad humanizada. Los encuentros poéticos, vivifican mi condición humana, la resistencia amorosa, en la que nos reconocemos, para sentir que tu fuerza es mi fuerza Brasa. Hemos entretejido la bora de nuestro sentir y nuestro resistir, como tejimos el sostén que nos hace nacer y crecer como Una Sola Brasa. He identificado siete claves de resistencia y resiliencia para sanar la grieta, que son nuestras, y son de todas y todos los que vivimos estos tiempos difíciles. Se las comparto.

  • Ante la guerra económica, propusimos la mesa compartida, sana y solidaria. Trascender los hábitos boicoteados con la desaparición de los alimentos básicos y la inflación enloquecida, nos llevó a experimentar nuevas formas de alimentación, comidas alternativas, sustitutas y más sanas. Investigar y compartir nuevas recetas, nuevos sabores, maximizando el aprovechamiento de los alimentos. Nos sentarnos en la mesa juntas, acompañándonos y compartiendo, en medio de una magia que emerge de la combinación de los alimentos solidariamente elaborado
  • Ante el sálvese quien pueda, alzamos el espíritu colectivo para el abordaje de los problemas. El individualismo gestado en medio del proceso vivido, se asumió con la certeza de acompañarnos en colectivo ante los problemas. Eso nos hizo sentir, un solo cuerpo, una unidad, Una Sola Brasa 
  • Ante el temor y el amedrentamiento político, el diálogo catártico de lo vivido, con la reflexión política profunda que centra. Vivimos muy cerca la persecución, la agresión y la muerte. Saltar o quedar atrapadas en medio de una guarimba, correr entre gases lacrimógenas, acceder a las demandas de dinero por parte de encapuchados libertarios violentos, recibir mensajes de textos, mensajes de voz e imágenes de odio racial o político, escuchar partes de guerra cotidianos, desmembrar la verdad de la mentira, llegar al trabajo en medio de trancazos, manifestaciones o las más absurdas convocatorias de protestas, son tan solo una parte de lo vivido. Conversar sobre lo que nos pasa, nos libera, como un acto catártico. El miedo, el ocultamiento, el silencio que enfría el alma, cuestiona y paraliza, derrite los principios, los valores con la duda y la angustia. Así que combatimos con el diálogo político abierto, transparente, con la reflexión colectiva. Tu fuerza para resistir, es mi propia fuerza.
  • Ante la caotización de la vida cotidiana, la solidaridad de lo cotidiano. Alteraron nuestros patrones cotidianos de la vida en lo más simple; los hábitos, las prácticas culturales, los encuentros familiares y amistades. Sacar dinero del banco, hacer cola para comparar el pan o la comida, marcar la huella, comprar por número de cédula, no encontrar transporte para ir al trabajo o retornar a casa, recorrer farmacia tras farmacia para encontrar una medicina o recibir asistencia médica, son ahora nuestra cotidianidad. Solo la solidaridad puede resistir todo ello. El trueque, hacer mercado juntas, intercambiar algún producto, regalarnos un arroz o unas caraotas, identificar nuevos sitios para comprar más económico, apoyarnos para acceder a dinero efectivo, todas estas han sido prácticas maravillosas de resistencia de la Brasa.
  • Ante el intento de fracturar las relaciones y los afectos, los vínculos de la familia, las amigas, los amigos, el encuentro amoroso, afectivo y humano. Mirarnos a los ojos, sentirnos, compartir las angustias, sobre llevar las agresiones recibidas, entender las agresiones de un ser querido, atender las rupturas con familiares, amigos o parejas, orientarnos, acompañarnos, acompasarnos, sostenernos, abrazar el dolor, la rabia, reír la risa, leer juntas poesía, compartir nuevas posibilidades, crear, soñarnos... Nos reconectamos con nuestra propia condición humana, y acompañar a su vez, a los que nos escuchan y comparten con nosotros la poesía, para que también lo hagan.
  • Ante la violencia, la inhumanidad y el desamor, la sororidad y la creación colectiva. Nos encontramos con la pachamama, avanzamos en la creación de vínculos sororarios y la restauración del poder femenino, la búsqueda de la sinergia, la conexión con el ser. Sembrar, compartir hierbas, sanarnos, respirar, hacer el espíritu de cuerpo, crear, y hacer poesía desde el fluir colectivo.
En estos días donde todos los ríos están fuera de su cauce, el único asidero es la raíz, esa que nace desde el centro del corazón y que se expanden a todos los rincones de nuestra vida, que impregna nuestro hacer con la esperanza certera del bien. Es necesario que brille la raíz desde nuestro ser, con la verdad y el amor necesario para cruzar el río y bendecir sus aguas con la mirada fresca y en paz.

Brasa, la magia de nuestros tejidos poéticos, como el moriche y la bora, son suaves al tacto y de profunda trascendencia. Hemos aprendido juntas, junto al pueblo venezolano, en este momento en que la bora dificulta la navegación fluida, a sustentar con solidaridad y sororidad la vida en resistencia. Resilente, me he sentado junto a ustedes, magas de la palabra, a descubrirme en el arte sutil del vivir, he revitalizado mi fuerza, mi paso digno en el camino, con la fuerza brasa que emana del fuego de los corazones colectivos y que aviva la llamarada libertaria de esta amada patria, de la humanidad.

Gladys Quintero
Psicóloga

[1]Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR)
[2]Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)

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