CIEN DIAS DE BARBARIE EN VENEZUELA.




En el mes de abril del año 2017 se inició en Venezuela una serie de sucesos, que desde la más absoluta perplejidad, asombro y  dinamismo, nos mostraron una sociedad que no conocíamos en este territorio. Estos sucesos finalizaron en el mes de julio,  120 días después. 

El mundo miraba desde los grandes medios de comunicación los fakes news, la post verdad, el silencio cómplice, la manipulación burda, la ausencia de la verdad. Desde la realidad cotidiana de los ciudadanos de algunas de nuestras principales ciudades, vimos calles cerradas por barricadas  de basura, árboles caídos, féretros obstaculizando vías, postes tumbados, autopistas trancadas por escombros, puentes derribados, fogatas, aceite en las vías para ocasionar accidentes, guayas degollantes  de metal, jóvenes enmascarados, fuego, disparos, heridos, muertes…

Las universidades sin clases apoyando el día a día de muerte y destrucción, gente asfixiada por el humo de la basura, los gases lacrimógenos, el miedo, la angustia y la ruptura de la cotidianidad generando desasosiego, ansiedad, niños sin clases, abuelos sin visitas, gente sin poder llegar a sus trabajos, un intento infructuoso de parar un país y subsumirlo en el caos, el odio y la muerte.

Muchas heridas psicosociales encontramos, unas son cuantificables por lo menos aproximadamente, 5000 árboles tumbados, mas de  130 muertes, 29 personas quemadas vivas,  23 de ellas con intencionalidad,  decenas de linchamientos,  golpizas ( señalados como crímenes de odio,) evidencia de necrofilia social ( en conductas, verbalizaciones, acciones y placer ante el uso de las heces, de la muerte) destrucción de la infraestructura de entes públicos, 500 autobuses fabricados por el gobierno quemados, instalaciones privadas atacadas; servicios públicos saboteados impidiendo   las prestación de agua, luz, internet y aseo  en muchas comunidades, saqueos a comercios con pérdidas cuantiosas o totales, mas de 2000 heridos, estos algunos de los datos que se cuantifican y entran en estadísticas.

Pero hay otras secuelas que no se cuentan, heridas  que invisibles duelen, pesan y hacen nuevas historias de vida, cicatrices imposibles de olvidar, de desaparecer, familias desunidas, fisuras afectivas que pinchan el alma, familiares que no se hablan. Esos meses son interpretados por una parte de la población como una primavera y sus ideas, a veces delirantes,  de conquista  pesaronn más que el pasado de vida y que la historia común.  Vecinos que se mostraron desde los más bajos instintos, cuyo amor y convivencia se desvanecieron en las llamas del odio con miradas y gritos que permanecen presentes en el corazón y en el alma, palabras que hieren en lo más profundo. Por el resto de la población fue vivida dolorosamente y vista como desastrosa, insensata y llena de locura.

Delirios, angustias paranoides transformadas en casi alucinaciones que dañaron la salud mental de tantos!!!, heridas físicas que discapacitaron, heridas emocionales que discapacitaron aun mas , que afectaron la convivencia sana, la humanidad individual, que destruyeron o hirieron de muerte vínculos sagrados, heridas psicológicas, mentales, emocionales, heridas invisibles más profundas que no podemos ver a simple vista, heridas que a cuestas se llevan consigo guardadas, maquilladas para que nadie las note y que se crea que no paso nada…

La barbarie se define como una actitud individual o colectiva cuya actuación está fuera de las reglas sociales o culturales, su comportamiento es considerado salvaje, cruel, despiadado, con un desprecio a la vida del Otro, su accionar no lo rige ninguna ética humana y  atenta contra  la dignidad de los demás. Parte de esas secuelas encontramos a miles, por no decir millones, de personas con una sensación de soledad, desconfianza, dudas hacia personas cercanas, la fisura familiar, laboral, comunitaria, social está presentes desubicándolos en sus proyectos y formas de vida.

Rosa Luxemburgo, intérprete de las teorías de Marx, ha subrayado el punto de vista alternativo cuando señaló “Socialismo o  Barbarie".   Dio la opción,  se desliga de lo que puede ser un determinismo histórico y pone la posibilidad de decidir en la alternativa de vida y muerte. Lo contrario a la barbarie seria una sociedad de iguales, una sociedad cuyos derechos políticos, económicos y sociales serian iguales para todos. La barbarie es la destrucción y muerte, por el contrario una sociedad de derechos es la vida, la construcción colectiva.

Los que actuaron en esos 120 días son personas, en su mayoría jóvenes de clase media, nunca tuvieron excluidos de comodidades, mucho menos de derechos, sin embargo actuaron sintiéndose amenazados de perder cosas que para ellos pueden representar su identidad, ficticia sin lugar a dudas, pero su identidad, muchas veces  basados en referentes no reales, manipulados en algunos casos y otros con pleno deseo de destrucción, una gama de violencia de la más inocente e idealista a la más destructiva y patológica. Impulsados y reforzando características de personalidad y de carácter se convirtieron en un ejército bárbaro dispuesto a acabar con todo, con el tejido social y para acabar la estructura social había que destruir la familia, hacia allá, los grandes ataques conscientes e inconscientes, o dicho de otra forma racionales o irracionales.

Las operaciones psicológicas se dirigieron a acabar con la esperanza de muchos y  decidieron por la violencia, otros cuya esperanza es más fuerte fomentaron la vida y la construcción, dos modos de actuar y de accionar ante la circunstancias. Unos dispuestos a ayudar, a crear las condiciones para el nacimiento y la vida, otros para la destrucción y la muerte. 

En psicología nos toca “recoger los despojos,” este 2017 hemos visto los más duros, dolorosos y silenciosos despojos, hemos trabajado en medio de grandes dolores, en medio de una guerra silenciosa, que nos afecta a todos y todas, que nos ha herido a todos y todas, una guerra que sigue, que no ha cesado, una que mata silenciosamente como un gas letal, no se ve, no se huele, no se siente, pero mata.

No somos inmunes, los trabajos colectivos fortalecen la construcción de una nueva sociedad, la unión permite el avance, el amor nos da la fuerza, los vínculos en nuestro país son el centro, ahí la más grande herida. Nos toca sanarlas, sobarlas, aceptarlas, redimirlas y superarlas. No olvidarlas.
Nos toca ayudar en la reconciliación, en la reparación psicosocial, un trabajo duro, largo, doloroso y poco predecible. 

Vivimos un 2017, en una gran resistencia, una guerra atroz, despiadada y terrible, ninguna trasnacional de la comunicación la vio, en  medio de los avances, de los esfuerzos para avanzar en una sociedad diferente vivimos  100 días de barbarie. La paz llegóde la mano del pueblo a traves de la aprobacion de  la Asamblea Nacional Constituyente. El trabajo siguiente es más difícil aún. Debemos mostrarle al mundo, mas allá de cualquier esfuerzo, lo que nos pasa para que no se olvide, para que pueda hacerse visible,  pero sobre todo para que no se repita jamás.

Msc. Ovilia Suárez.
 Psicología del desarrollo humano

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