MI PRIMERA VEZ…. (en la Milicia)
Luego de haberme
inscrito en cuanto lugar tenían planillas para incorporarse en la milicia
(cinco veces, siendo la última vez en la Esquina Caliente, en pleno corre y
corre con el fulano decreto del obama ese), por fin me llamaron para
incorporarme al Batallón San Juan, del Agrupamiento 13 de Abril de la misma
parroquia.
Ya he asistido
en dos oportunidades a la Escuela Villavicencio, donde nos dan la instrucción
militar. Y debo confesar que me cuesta. Para un ñángara como yo, es como
difícil parársele firme a otro, saludar con la mano en la cabeza, ponerle el
prefijo “MI” a cuanto carajo –o dama- se atraviese por delante, ya que todo el
mundo es más antiguo que uno: mi teniente, mi sargento, mi cabo, mi
distinguido. De vaina y no hay que decir “mi” nuevo. Confieso que con las damas
no es tan difícil, pero la cosa cambia cuando se pone al frente un tipo coco
pelao, o barrigón, o flaco, con bigotes, etc: “mí no sé qué vaina”. Bueno,
gajes del oficio. Aquí todo el mundo le tiene que decir “Mi” a otros.
De paso, ahí no
hay la consideración del género. Allí no existen Cabas, ni Sargentas, ni
Tenientas, ni Sargenta Mayor Ayudanta, ni cosa que se le parezca. Todo termina
en “o”.
Además, la
primera vez que fui, hice un paneo por las edades de los presentes y lo que vi
fue puras doñitas y doñitos. Yo creo que era el más joven de los nuevos, y eso
que yo tengo 54 primaveras nada más. Eeeese menorrrr.
Bueno lo cierto
es que, -ya en el aula (al principio nos reunimos en un salón y luego nos vamos
al patio), durante nuestro segundo día de entrenamiento-, entra al salón un
joven como de 23 años más o menos, perdido por haber llegado tarde -y después
de interrumpir la disertación del Sargento Ayudante, sobre la obligación que
tiene todo miliciano (a), de participar en actividades de contraloría social en
nuestras comunidades y de la defensa de los logros de la revolución-, el
muchacho se sienta.
El sargento comienza a hacer en la pizarra, los
dibujitos esos de los rangos de los militares y yo escribiendo como niño de
primaria, no vaya a ser que me equivoque y le diga Mi Cabo a un Mi General. El
muchacho se voltea y me pide que le escriba en su cuaderno los dibujitos del sargento. Lo primero que
pensé fue: “Este si es arrecho, como que me vio cara de gafo o cara è nuevo o
se está haciendo el paisa”. Abrí su cuaderno como para no dejar y….
Coño, el
muchacho está aprendiendo a escribir. En sus hojas blancas habían planas de las
vocales: a-a-a-a-a-; e-e-e-e-e; i-i-i-i-i, o-o-o-o-o; u-u-u-u-u. Me sentí como
un bicho y empecé a hacerle los dibujitos al compañero.
Al término de la
clase teórica, salimos al patio, por orden de antigüedad: los que habían
asistido antes, de primero y los que asistimos la semana pasada, después. Los
que se presentaban por primera vez ese sábado, se quedaron con el mi sargento.
Y en patio: A la
izquierrrr, a la dereeeee, a la pà lante, a la pà los lados; marchhhhhhh, a
discreeeee ción y así una cantidad de maniobras militares para aprender
disciplina.
Por supuesto,
los nuevos siempre hacemos las vainas al revés: la derecha queda pà la
izquierda y la izquierda para otro lado. Nos tropezamos; nos cuesta discernir
entre fila y columna, no meternos las manos en los bolsillos, se nos hace
difícil estarle mirando la nuca al que está al frente dándonos la espalda.
Resulta complejo aceptar como natural a un carajo que casi grita al dar
órdenes, meternos la franela por dentro del pantalón y es dificultoso estarse
golpeando los talones sin perder el equilibrio y tambalearse.
En fin, al
ratico se incorpora a la formación en el patio, una señora con algunos añitos
de más y caminando apoyada en una andadera. Estaba sonriente y orgullosa de ser
miliciana. Se hizo un silencio largo.
Verga que
vergüenza, si ella es patriota, yo también, no joda.
Y siguió el dale
pà allá y pà ca, y sube pà rriba y baja pà bajo, avanza pà lante y retrocede pà
tras.
Para hacer el
cuento corto y no fastidiar, les cuento que después de estar como una hora
llevando sol como unos locos al mediodía en plena carretera, entran al patio
los más –mis- nuevos que yo. Todo el mundo se ubicó en su compañía (formación
constituida por cuatro escuadras, que a su vez debe estar conformada entre
siete y diez soldados cada una), la uno, la dos y la tres), menos el muchacho
de los dibujitos. No sabía en qué compañía le correspondía incorporarse.
Después de estarse metiendo en cuanta compañía había en ese patio, todo el
mundo le preguntaba en que compañía le tocaba y él por supuesto entendía que no
era en esa donde le estaban preguntando.
Entonces lo
llamo y le digo que se meta en la 2da compañía, donde estoy yo (por supuesto,
la mejor compañía de toda la Fuerza Armada Nacional Bolivariana). Se incorpora
y sigue la mandadera: a la izquierrr, a la dereeee y ahora media vuelta (unos
la daban para la derecha y otros para la izquierda y otros se quedaban
estáticos porque no se sabía para donde había que dar la media vuelta) y el
dedo medio a nivel de la costura del pantalón y etc. Y en eso llama el –mi-
sargento:
.- Los que
tengan entre 18 y 45 años, acá, una formación en columna de a cuatro acá, al
frente de mí.
.- Anda, pásate
para allá que tú tienes menos de 45 años. Y yo feliz de tener 54; seguro y los
mandan a hacer salto è rana.
El muchacho se
pasa para el otro grupo y empieza a cambimbear de escuadra en escuadra. .- ¿Tú
eres de la escuadra 1? y el muchacho se encogía de hombros; ¿Tú quedaste en la
4? Y su silencio era interpretado como que se metió en la que no era; parecía
una pelota de goma.
Aquella vaina me
arrugó el corazón.
.- Permiso
sargento (todavía no me acostumbro al sargento mío) y me acerqué a él y no me
regañó porque me salí de la formación sin su permiso. .- Mire, yo creo que el
compañerito nuevo que está allá, el de cachucha así, el de la franela asao, ese
que está de último, tiene problemas para la comprensión, supongo que puede
tener algún tipo de dificultad intelectual y además tengo la impresión de que
ahora es cuando está aprendiendo a leer y a escribir.
De inmediato el
sargento se colocó a una distancia prudencial del joven, luego lo llamó y lo
reincorporó a la 2da compañía (la mejor del mundo, acuérdense). Su cara era de:
¿Qué hice mal? ¿Bueno es allá o es aquí?, ¿Me dijeron que me pasara para allá y
ahora me sacan para acá de nuevo? El sargento le explicó que le darían una
función especial e importante. El muchacho se quedó tranquilo y contento.
Por supuesto, alguien que se percató de
la situación, y como en todo barrio – porque allí lo que hay puro proletariado-, no faltó quien preguntara:
.- ¿Lo van a
sacar mi sargento?
.- No, ¿Y por
qué lo vamos a sacar?, él debe ser útil para algo, ya buscaremos qué. Luego el
–mi- sargento se paró en medio de la formación y dijo en voz alta:
.- Aquí todo el
mundo sirve para algo, o sirve para una cosa o sirve para otra, pero todo aquel
que quiera a su patria, aquí tiene un lugar y será bienvenido, no importa ni su
edad ni su condición; aquí todo el mundo es útil y lo necesitamos.
Coño, confieso
que me sentí como uno de los llaneros cuando Bolívar les habló en la sabana del
Campo de Carabobo, y me dije: .- Creo que estoy en el lugar correcto.
Y aquella pepa
e` sol.
.- ¿Vieron por
qué tienen que traer gorra? Eso sí, aquí no se vayan a presentar con una gorra
de coca – cola, de adidas o con
cualquier gringadas de esas; aquí somos venezolanos, chavistas y patriotas y no
gringos. Y vista al frentttttt, dijo el teniente.
Yo como que me
quedo, -volví a decirme a mí mismo-. Aquí parece que sí se le está cumpliendo,
compañero presidente Chávez; aquí hay americanismo, venezolanismo, inclusión,
aquí hay revolución, aquí hay revolucionarios.
Aquí lo que está es el barrio. La
humidad y la sencillez vestida de kaki y verde (esto es una obra de arte verde
como el verde de Cabré). Puros hombres y mujeres de bien. Lo más puro y noble
de la revolución y del pueblo subversivo de Dios. El ciudadano-soldado de
Bolívar, cobrando vida en el sueño y obra de Chávez. Es
la otra mitad de los venezolanos (as), cuyo orgullo y savia supo mostrar El
Libertador al naciente imperio gringo, en la carta al emisario Irving, el 17 de octubre
de 1818:
“(…) protesto a
usted que no permitiré que se ultraje ni desprecie el gobierno y los derechos
de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de
nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo
es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el
mundo la ofende”. F. Pividal. (2006). Bolívar: Pensamiento precursor del antimperialismo. P.
133.
Aquí cabemos los
viejos, los carajitos, los tullíos, las mujeres, los quedaos, los aviones, los
jóvenes, los iletrados, los profesionales, los sabios, la joven miliciana con su
hijo de 4 meses de edad mamando teta en plena formación, la unidad de
compañeros (as) con dificultades auditivas, cuyo jefe les da órdenes por medio
de señas. Todos –los ahora- visibilizados. Todos (as) patriotas, todos (as)
chavistas.
Aquí la gente le
está consiguiendo un sentido y un propósito a sus vidas, a su tiempo, a sus
lealtades, a la patria, a Bolívar. Milicia participativa y protagónica.
Gracias camarada
Chávez, y también gracias camarada Rubio, gracias camarada Gómez. Entendimos la
lección de Bolívar del año 1814.
En Venezuela
está cambiando la subjetividad del verde oliva. Del verde de la Escuela de Las
Américas, al verde chavista del bosque socialista.
Y me despedí del
muchacho con un apretón de manos diciéndole…
.- Hasta el otro
sábado mi nuevo. Y el muchacho sonrió.
Viejo pero
patriota, no joda.
Y últimamente,
Chávez nos mandó a meter en la Milicia para defender esta vaina…
.- Dígalo ahí MI
COMANDANTE CHÁVEZ.
Fernando Pérez
5.894.935
Hermoso escrito mi nuevo camarada Fernando, se me erizo la piel de ñangara otrora renuente s todo lo que sonora a militar, hasta desconfie de mi comandante cuando aparecio por su formación verde oliva. Tienes razón, por ellos se nos metió hasta en la milmillonesima neurona el sentido de lo que es patria, patria querida y nos emociona verlos resistiendo estoicamente en las batallas-colas de esta debilitado despiadada guerra económica. Bueno mi colega y mi nuevo camarada un saludo firrr y admiración
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