PSICÓLOGOS ALERTAN: ANSIEDAD Y MIEDO DISPARAN LA IRRACIONALIDAD




Psicólogos afirman que la población reproduce patrones de compra anormales en respuesta a condicionamientos

Comprar arroz, pasta, harina por bulto, sacos y docenas; la señora que no tiene hijo ni puede tenerlos ya, pero compra dos paquetes de pañales desechables “por si acaso”, o el que está haciendo una cola en la puerta de un supermercado sin saber qué están vendiendo, son conductas que forman parte de nuestra cotidianidad. Sin embargo, un grupo de psicólogos clínicos y sociales está advirtiendo que, lejos de una conducta originada por la escasez, el desabastecimiento o el acaparamiento, los venezolanos estamos siendo víctimas del miedo, el estrés y la ansiedad, que nos hace ser víctimas y victimarios de un patrón de conducta de carácter irracional.

José, —no pondremos su apellido para no afectar su negocio—, es la segunda generación a cargo de una carnicería en un sector popular del Cementerio, en Prado de María. Su padre vivió en carne propia, valga la redundancia, lo que significaba ser carnicero en la Cuarta República. Reconoce que han ocurrido cambios importantes en el patrón de compra de sus clientes que dejaron de lado los cortes de tercera e incluso lo que se consideraba descartable por aquellos de mejor calidad. “No soy partidario de ningún bando, pero tengo que reconocerlo: la gente tiene dinero. Si antes te decían: ‘dame tantos bolívares de carne, hoy te dicen: dame un kilo, o dos. La gente se queja del precio, pero no deja de comprar cortes de primera y de segunda, según su preferencia”, refiere José.

No obstante, desde el mes de diciembre el negocio ha cambiado, la carne subió casi 50 por ciento en menos de un mes y, contrario a lo que se podría prever, José no está vendiendo menos mercancía. “Mire, no veía esto desde hace tiempo, los distribuidores me suben el precio hasta tres veces por semana, eso no pasaba desde Caldera, pero más loco aún es que tengo que pedir tres veces más porque todo se agota”, señala este carnicero, con asombro e incredulidad.

Para el psicólogo José Garcés, los venezolanos, sin distingo de clase social, estamos siendo víctimas de patrones de conducta irracionales, que ante una coyuntura puntual en la falta de artículos o insumos de consumo personal, están activando mecanismos psicológicos que disparan el consumo innecesario.

“En psicología clínica es lo que se denomina coherencia arbitraria, un mecanismo ampliamente estudiado por Estados Unidos e Israel, que señala que las personas tienden a realizar decisiones, como la compra de un producto, más influenciados por la tendencia que por una decisión racional. Las personas, en este momento, están comprando lo que necesitan, pero lo que no necesitan también, aun sabiendo que el precio es muy superior al precio real”, apunta.

El fundamento de esta afirmación se encuentra en el postulado inicial de la economía conductual, que apunta que los seres humanos no somos tan racionales como creemos ser a la hora de comprar o vender, sino que somos más bien “previsiblemente irracionales”.

Según la teoría, esta irracionalidad ejerce una poderosa influencia a la hora de decidir la compra de un producto, contraria a la ley de la oferta y la demanda, es nuestro cerebro el que toma micro decisiones para determinar el valor de las cosas y cuánto estamos dispuestos a pagar por ellas.

“Y eso es lo que ahorita está afectado, no por un hecho, sino porque a la gente se le ha venido diciendo desde hace meses que va a faltar jabón, papel tualé, leche”, apunta Ovilia Suárez, psicóloga y vocera del Colectivo Psicólogos por el Socialismo, que considera que, más allá de una situación puntual, las personas están siendo influenciadas por mensajes negativos.

El grupo de especialistas de este colectivo no se anda con rodeos, afirman que la población es víctima de una operación de guerra sicológica que se ha recrudecido “sistemáticamente” desde la muerte de Hugo Chávez.

“Esto ha sido estudiado y aplicado con mucha preparación, las personas están reforzando la escasez de productos potenciadas por conductas sociales negativas como la incertidumbre de lo que puede llegar a pasar, aunque no haya pasado nada”, afirmó Suárez.

Ambos psicólogos apuntan en la misma dirección, las personas están siendo víctimas de sus propios mecanismos sicológicos ante el estrés y ansiedad. “Los seres humanos tenemos tendencia natural a generar apegos y a aferrarnos a lo que nos genera seguridad; yo consumo café de tal marca, como arepas de tal otra y endulzo mi café con esta azúcar. Si algo de eso falta, se genera conflicto, dependiendo de la rigidez mental del sujeto, que acaba por generar miedo, depresión, frustración, pero, sobre todo, irritabilidad. Y esto sí que puede ser un paso hacia la violencia”, explica Garcés.

A juicio del psicólogo, esto es lo que ha generado una tendencia general a justificar o acompañar el proceso de compras nerviosas sin motivo alguno. “Las personas están actuando en función de la tendencia: si es hacer cola, hace cola, si es a comprar productos, lo hace, aunque eso implique legitimar el mismo proceso que genera la escasez real, en caso de existir, o el desabastecimiento, aun sabiendo que esto reproduce el fenómeno”.

El bachaqueo, basado en el aumento sostenido e irracional de los precios, se vuelve parte de la cotidianidad. Es decir, que no es un fenómeno inspirado sólo por “escasez” o el desabastecimiento, sino que es una respuesta, “un legalismo que trata de explicar una conducta social que copia patrones de tendencia irracional”, dijo Garcés..

El psicólogo es tajante. Señala que, al actuar así, la sociedad en su conjunto justifica no sólo la compra irracional de productos fuera de sus necesidades, sino el monto que está dispuesto a pagar con tal de garantizar la posesión del mismo, así ni siquiera lo necesite.

“Desde mi punto de vista no me pareciera una escasez real, producto del hambre, sino de la angustia, y eso hay que analizarlo en profundidad”, sugiere Suárez, al apuntar que los mensajes de medios, dirigentes políticos y gremiales no han calmado los ánimos. “En lugar de ayudar, pareciera haber una tendencia a estimular valores negativos, e incluso confrontar a aquellos que tengan una visión más sosegada de las circunstancias. Hay personas motivadas para desencadenar violencia o angustia, en vez de reforzar planteamientos positivos de cooperación, solidaridad por encima del egoísmo, el desamparo y el individualismo”.

En su opinión, la situación debería ser una oportunidad para promover el intercambio solidario y las actividades colectivas en las comunidades, valores que, a su juicio, son propias de la cultura del venezolano. “Esta es una conducta que se quiere imponer sobre la racionalidad del venezolano. No tengo dudas de que se busca desmotivar a la gente, y eso en el chavismo se traduce en desmovilización, hay que tener confianza en la organización popular y en que podemos enfrentar esta situación”.
Garcés sostiene que la mejor cura es superar la rigidez, controlar la ansiedad y tratar de adaptar sus necesidades a la coyuntura actual,

“Hay una gradación de necesidades de artículos vitales y otros no tantos. Hay que activar la imaginación, la creatividad, la disposición para resolver problemas, de saber que siempre se pueden satisfacer nuestras necesidades y que no hay insustituibles. No es acostumbrarse, sino fortalecer nuestra mente, vivir sin apegos, aprender de la santa indiferencia, como lo decía San Ignacio. Tenemos que revertir los efectos de la guerra económica, a nuestra manera, con nuestras herramientas, para salir de esta situación”, apuntó finalmente.
Artículo realizado por:

Andrés Paravisini Rodríguez
29 enero 2015, ciudad ccs

Comentarios

  1. Camaradas, buen artículo. Aprovecho para comentar que me preocupa profundamente ver cómo ha sido tan exitósamente programada nuestra población y lo indefensa que se encuentra psicológicamente para enfrentar esta guerra. Desde mi punto de vista, el problema fundamental en este momento radica en 4 aspectos:
    1) Ya existe un condicionamiento muy bien instaurado que hace que la gente al ver una cola, inmediatamente se disponga a hacerla, sin importar o incluso sin saber, qué logrará comprar. Es casi imposible, en muchos casos convencerles de lo perjudicial que resulta su comportamiento, para sus propios intereses y más aun para los de la nación entera, pues además se han activado un conjunto de pensamientos y emociones negativas que han bloqueado casi por completo cualquier posibilidad de manifestaciones de comportamientos cooperativos y de manifestaciones de empatía.
    2) Están tan activadas las angustias y los miedos que la gente sigue sintiendo que "NO HAY NADA" aun cuando esté comprando eso que dice que no hay, contribuyendo con esto al acaparamiento doméstico y a las compras compulsivas.
    3) En virtud de esta situación, aun cuando se logre normalizar la cadena de distribución de los productos más utilizados para apuntalar la guerra económica, con la gente ya programada a que debe comprar sin importar nada, no habrá inventario que aguante, no será fácil lograr que los productos permanezcan en los anaqueles el tiempo necesario para que la gente deje de sentir que NO HAY y por tanto deje la compulsión de comprar sin medida ni razón.
    4) Las jornadas a cielo abierto que ha organizado el gobierno, si bien es cierto facilitan que las personas accedan a productos de primera necesidad, también sirven para que se fortalezca la interpretación de que existe un caos, pues la magnitud y duración de las colas que deben hacer los interesados para comprar los productos que allí se ofrecen son en muchos casos inhumanas. En mi experiencia personal fueron 10 horas de cola bajo sol y lluvia para poder comprar al final "lo que quedara", que por supuesto no satisfacía en absoluto las necesidades que pensé podría satisfacer allí (sirva esta referencia personal solo como ejemplo)
    ¿Qué hacer?
    Resulta imprescindible apoyarse en la organización popular, movimientos sociales, consejos comunales, comunas, partidos políticos, y todos aquellos espacios donde confluyan grupos organizados, pues es más fácil lograr la fortaleza psicológica necesaria para enfrentar esta guerra, si cada uno de nosotros se siente como parte de un todo, pues una arista fundamental de la guerra psicológica es hacer sentir a cada uno que está solo y aislado en su batalla diaria.
    ¿Cómo hacerlo?
    Acompañando a todas estas organizaciones con formación en estrategias para vencer la guerra psicológica y económica. Para ello vale la pena producir micros televisivos y radiales que orienten a la población, que les ofrezcan alternativas de acción y los doten de un abanico de respuestas emocionales incompatibles con la ansiedad, la angustia y el miedo.
    Es necesario promover la formación de experiencias como las cooperativas de consumo para abaratar los costos y facilitar el acceso a los productos, diseñar micros televisivos y radiales hacer publicaciones en la prensa escrita dónde se enseñe a las personas como fabricar sus propios jabones, champús, desinfectantes, etc, promoviendo así la creación de cooperativas orientadas a la fabricación y distribución comunitaria de estos productos
    Y en definitiva camaradas y colegas, formarnos para dejar de consumir y comenzar a producir.
    Gracias.
    Angela Seijas

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