DE LA CRUELDAD

Sin embargo, las manos de uno de los señores estaban ya en su garganta, mientras el otro le clavaba el cuchillo en el corazón, haciéndolo girar dos veces. Con ojos que se quebraban, K. vio aún cómo, cerca de su rostro, aquellos señores, mejilla contra mejilla, observaban la decisión. “Como un perro”, dijo; fue como si la vergüenza debiera sobrevivirlo. Kafka, F. El proceso. ¿ Qué decisión? Una sin juez, sin ley. No estábamos allí, esa noche en La Pastora, esa parroquia caraqueña, pero creo que un crimen que nos ha conmovido individual y colectivamente, como otros que le han precedido, es una huella imborrable de la crueldad de quienes quebrantaron algo precioso del vínculo social: el respeto a la vida y la dignidad del semejante...